24 de Agosto de 1938 
Urge difundir el conocimiento 
de las leyes que protegen a 
la mujer trabajadora 
Por JOSEFINA MARPONS 
LO OFICIAL 
TEMPRE que hemos tenido opor- 
tunidad de interrogar:a un ins- 
S pector del trabajo sobre la forma 
en que los trabajadores, mujeres 
1 hombres, lo ayudan en el desempeña 
de su misión, la respuesta es parecida: 
“Muchas veces dificultan nuestra tarea 
de comprobar infracciones a una ley 
obrera”. 
Como no es verosímil que los trabaja- 
dores atenten sin razón contra sus inve- 
reses, forzoso es buscar las causas que 
los mueven, a veces, a salvar de una mul- 
(a a sus empleadores. 
Con o sin motivo, no es éste el lugar 
para debatir el tema, el pueblo siente 
santo horror alo oficial, y lo manifiesta 
2n forma de sátira cuando evoca su 
paso por algunas oficinas públicas, por 
sjemplo; ante el aplauso de todos, por- 
que no existe quien no haya debido rea- 
"izar trámites en cualquiera de ellas. 
Sin detenerse a analizar las inten- 
siones de los funcionarios encargados de 
vigilar el cumplimiento de las leyes obre» 
ras, los trabajadores en buena parte, 
sobre todo si se trata de mujeres, dudan 
de los resultados de sus gestiones. Temen 
21 despido. No creen aue se desee avu- 
darlos. 
Una política de acercamiento entre los 
encargados del cumplimiento de las leyes 
Jbreras y los beneficiarios de las mismas, 
serviría sin duda para hacer disminuir 
2) número de infracciones. 
Es de todos conocido el episodio que 
telata Tolstoi en una de sus novelas. 
Cierto terrateniente, cabe suponer que 
fué él mismo, resolvió repartir sus pro- 
piedades entre los campesinos, encon- 
trándose con que éstos se negaban a 
aceptar la generosa donación; acostum- 
brados a no recibir más que tiranía de 
sus señores, los “mujicks” suponían que 
tras el recalo se ocultaba aleuna ehicana. 
iempre los trabajadores pueden acercar- 
e 8 su sindicato; siquiera sea para so- 
icitar allí cuantas explicaciones les son 
ecesarias en lo que concierne a sus 
voblemas de asalariados. 
Si es comprensible que los comercian- 
es se unan a los efectos de defender 
us intereses y sus puntos de vista par- 
iculares, también ha de serlo que la cla- 
e laboriosa, en su totalidad, apele al 
istema mundialmente aceptado para 
1acer valer los derechos que les confie- 
en las leves de la Nación, 
PROPAGANDA 
Entretanto esperamos que se ajusten 
os resortes sociales, una, inmensa mayo- 
ía de obreras y empleadas continúa 
morando que el Estado posee leyes que 
15 favorecen. 
Todas las trabajadoras-madres, que, 
obre todo durante la época de la lac- 
ancia, han pasado mil penurias para 
,>5ender a sus hijitos y para conseguir 
jue se los cuiden mientras ellas se ocu- 
an de ganar su jornal, no saldrían de 
su asombro si supieran que hace ya 
atorce años que fué sancionada la ley 
'1317, cuyo artículo 15% contempla la 
ituación de las trabajadoras-madres 
lisponiendo la habilitación de salas-cu- 
1as en los establecimientos que ocupen 
ieterminado número de mujeres, y seña- 
a que toda madre de lactante puede dis- 
roner de 15 minutos cada. tres horas 
ara amamantar a su hijo, modificado 
sto último por la ley 11.933, que concede 
los descansos de media hora en el trans- 
urso de la jornada de labor, en véz de 
5 minutos cada 3 horas, La reglamenta. 
ión de la ley 11.317, fechada en mayo 
le 1925, dice en su artículo 3%: A los 
dectos de lo que dispone el artículo 15% 
le la ley, queda establecido, que deberá 
abilitarse' una sala maternal adecuada 
Jara los niños menores de dos años, don- 
le quedarán en custodia durante el tiem- 
xo de la ocupación de las madres, en 
odo establecimiento donde se ocupen 
1 mujeres o más, mayores de 18 años. 
Si las trabajadoras supieran que existe 
sa parte de Ja ley, ¿habrían permaneci- 
1 indiferentes al ver que no se cumple? 
Esto ocurre con una ley en vigencia 
tesde hacen casi tres lustros; calculemos 
o que sucederá con la que establece el 
eguro maternal obligatorio, a los dos 
ños de haber empezado a regir. . 
Si en la Capital Federal es lenta la 
enetración de estos conocimientos, cabe 
'educir que no llegan nunca a ciertas 
'egiones del país. 
En interés de la salud de la raza y 
lel bienestar de las trabajadoras, debe 
1acerse una especial propaganda a las 
eyes de protección a la mujer por cuen- 
a de las autoridades correspondientes. 
yXiciales y gremiales. 
Las obreras y empleadas provincianas 
ienen aún menos facilidades que sus 
vermanas porteñas para conocer la le- 
islación del trabajo y reclamar su cum- 
»imiento; por consiguiente, se hace ne- 
esario ocuparse de ellas en forma es- 
ecial, si hemos de mostrarnos respetuo- 
os de las leyes nacionales y solidarios 
:0n el espíritu de las. que velan por el 
worvenir de la raza 
LOS GEEMIOS 
Corresponde a los gremios organiza- 
dos y ellos lo realizan plenamente, di- 
vulgar el alcance de las leyes obreras. 
- ¿Cómo existen, pues, centenares de 
trabajadoras que desconocen las leyes 
implantadas. para - protegerlas? 
¿Cómo es que no cooperan en la la- 
bor que debe realizar el Departamento 
Nacional del Trabajo? . 
Principalmente, porque no siguen de 
cerca la acción de sus sindicatos. 
“Constituídos en su mayor parte por 
hombres, los distintos gremios organiza- 
dos luchan por obtener mejoras de inte. 
rés general, que interesan a los traba- 
ladores de ambos sexos. 
Si todas las trabajadoras activaran 
dentro de. su organización gremial, los 
problemas específicos de la mujer que 
trabaja se debatirían con preferencia 
7 no existirían obreras y empleadas bur- 
ladas en sus derechos legales por descn- 
nocerlos, 
Por otra parte, hemos oído a un legis- 
lador reclamar de las mujeres algunas 
sugerencias para presentar proyectos de 
leyes de acuerdo a las aspiraciones efec- 
rivas de las trabajadoras. 
No siempre los siridicatos pueden'lle- 
rar hasta los trabaiadores, en cambio, 
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