24 de Agosto de 1928.
Por el Dr. ESCARDÓ
UN CONTROL MAL REALIZADO
L médico, a quien la familia con-
sulta por los problemas del niño,
aconseja tal o cual cosa; no
siempre los padres coinciden con
su - criterio y deciden, entonces, “con-
Tolar” la opinión del aconsejante antes
de ponerla en práctica. De un modo o
le otro, este control existe, y como in-
rolucra un problema serio en la prác-
ica de las relaciones entre la familia
7 el médico, vale la pena que lo anali.
«emos en sus aspectos más importantes.
Encaremos primero el asunto en sí
Mismo. Es indiscutible que los padres
tienen todo el derecho a estar convenci-
dos de que lo que haya de hacerse a
3U Chico es útil, necesario .y eficaz.
Dijimos ya en una ocasión que los pa-
ires (y todos los enfermos en general)
denen absoluta libertad de acción para
Mlegir el médico que más les acomode
;conómicamente, y que, además, retina
¡odas las condiciones de simpatía, ac-
vesibilidad, confianza y cuanto a la gén-
€ se le ocurra exigirle; hay suficiente
>antidad de facultativos para que la
ección sea cómoda y dentro de un am.-
Mio “surtido” Pero, por su parte, el
nédico merece ser tratado con respeto
ibsoluto, no sólo por su condición de
hombre y de profesional, sino también (y
íste es un aspecto que atañe directa-
nente al interés del enfermo) porque
le ese respeto se. derivan indudables
rentajas. en su actuación .técnica y su
ficacia real. —-—. ,
El caso práctico de la “confianza” en
2] médico adquiere varias formas. Algu-
nas veces se tiene total confianza en
quien se-consulta, y sus órdenes e indi-
»aciones se aceptan y cumplen con con-
Hada" entrega. Es éste, sin duda, el me.
jor de los casos; conviene, pues, tratar
sempre de habérselas con un facultati-
vo con quien un contacto amplio y pro
longado haya llenado de afecto y de
>ompenetración las mutuas relaciones:
Otras veces, confiando en lo que el
galeno aconseja, los padres desean “com-
orender” el porqué. La conducta a to-
nar no es dudosa: hay que preguntar
abiertamente al médico, sometiéndole to.
das las dudas y curiosidades de una
manera amplia y abierta, pero sin ol-
vidar nunca que hay una diferencia téc-
Mica entre el médico y quien no lo es,
de modo que no se le puede exigir a
aquél que dicte un curso abreviado de
medicina. Si-el caso fuera serio y la
preocupación de la familia subiera de
vunto, la llamada consulta es la solu-
ción; ningún médico se opondrá a que
ano o varios colegas acudan a colaborar
son él y a transmitir a la familia sus
impresiones, Esa consulta deberá siem.
pe hacete de na manera «anos y
| Ls
Hasta aquí lo que se hace y debe ha-
erse en materia de “control”, y que es
sonsiderado lo recto y lo justo. Pero no
siempre se procede de ese modo; en la
¿ráctica han arrairado . Procedimientos
iciosos y torpes que, aparte de ser in-
orrectos, perturban el buen . entendi-
alento entre médico y enfermo, y, na-
iralmente, repercuten en perjuicio del
aciente. Analicemos algunos casos.
El más común es el del padre o pa-
«ente discutidor, que opone al juicio del
wédico sus opiniones, que, naturalmen-
e, no son la de un docto ni muche
1enos, creen que, sin saber, pueden opi-
Ar igual que si supieran: mientras la
iscusión se plantes directamente al
aédico, las cosas van menos mal, perc
s costumbre de quienes. tal proceden,
:antear sus “disidencias” en el seno de
» familia y cuando el médico no está;
1 resultado es debilitar la confianza en
1 facultativo y sembrar la inquietud y
3 confusión; este tipo de conducta se
ncuentra mucho entre los ex estudian-
s de medicina, que, fracasados en su
a:rera, DO se resignan ea ignorarla del
odo, y hacen de seudomédicos, aun a
2 20 años de haberse dedicado a re-
1atadores o a bolicheros,
También es hábito de muchos padres
msultar con algún o algunos médicos
e su amistad si tal o cual medicamen-
0 es bueno, sin exponer el caso en que
a sido indicado, o en el caso de ha-
ario, nunca en forma completa, puesto
ue ello es imposible sin ser el médicr
uismo; lo que el padre obtiene, enton
es, es una serie de nociones incomple-
as, que le servirán para desorden y
onfusión de su juicio, aun cuando é:
rea que lo que está haciendo es for-
1óndose un criterio más ilustrado y
mpleto. Cuando un padre no cree en
> que le dice el médico de su hijo, lo
ue debe hacer es cambiarlo por otro,
ero de ninguna manera pretender
:emplazar lo que él considera sus de-
cencias con recursos altodetermina.
25 por su “control”. : .
Y no queremos recalcar lo que de in-
orrecto y torpe tiene el procedimiento
A que ese juicio no valga quejas en
n momento de extrema inquietud, pero
¡ queremos señalar a los padres que lo
nico que obtienen no procediendo con
bierta claridad es tratar mal la salud
e sus hijos. ¡Cuántas veces por cam-
lar bruscamente de médico, sin hablar
mn él francamente, el niño pierde una
19gnífica oportunidad para curarse de
n trastorno, a cuyo conocimiento el
jédico abandonado legó tras largas
bservaciones y Trumerosos estudios! .
Los padres pretenden que el médico
ene que “acertar”, y el uso de esta
alabra, tan común entre nosotros, ex.
resa cómo se considera el trabajo mé
ico como algo de juego y de habilidad:
nucho hace la práctica del facultativ:
n el reconocimiento de las enfermeda-
les comunes, pero para las un poco más
ifíciles e importantes, sólo la observa-
ión, la meditación y el estudio pueden
ar la norma; el “control” torpemente
jercido perturba y anula el fruto de
stas disciplinas.
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de un mal estado físico-
mental. _
Tome Ud. entonces un
reconstituyente púderoso
amo Kola Cardinette, re-
tomendado por eminen-
-as médicas en fodo el
mundo desde hace muchos
años. Pronto, muy pronto
Ud. se sentirá otro. Kola
Cardinette es de acción
rápida y sabor exquisito.
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“USTEF”—
Cómo corregir fácilmente
la E > "CECTIÓÁN Ácina
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