Full text: 28.1938,31.Aug.=Nr. 1441 (1938144100)

LORIA Guzmán nos declara que 
hoy está un poco nerviosa. Le 
preguntamos el motivo, y se 
despacha a su gusto contra el 
peluquero: 
— Fíjese usted que ésta es la ter- 
cera vez que me tiñe el cabello — 
nos dice mientras se peina hacia atrás 
ron los diez dedos a un tiempo, — 
La primera fué de un rubio torna- 
solado, que me daba un color distin: 
to a cada hora del día; la segunda 
era de un rubio oro viejo, y ahora me 
ha aplicado este tono rojizo que us 
ted ve. Para remate, el rojizo éste 
se va aclarando poco a poco hasta 
ser un rubio ceniza. Reconocerá us- 
ted que esta conducta del “coiffeur 
es poco seria. 
— Muy poco — asentimos, ante las 
tribulaciones capilares de la “vedette”, 
-— Si nosotros estuviéramos en su lu- 
gar, renunciaríamos a teñirnos el pe- 
lo o cambiaríamos de peluquero. — 
—— Eso quisiera yo — nos explica; 
— pero no puedo hacerlo. Las dos co- 
sas tengo que aceptarlas por imposi- 
ción de un contrato cinematográfico. 
El cine es el más tirano de todos 
los tiranos. Ni siquiera nos deja en 
libertad para elegir el color del pe- 
lo que más nos guste. . 
— ¿Ha hecho usted muchas pelícu- 
las? — preguntamos, dando otro giro 
a la conversación. 
— Tres, y .otra que estoy haciendo. 
La primera fué “Luces de Buenos Ai- 
res”, con Carlos Gardel, en Joinville. 
Allí filmé también “El hombre de 
frac”, con Roberto Rey. Luego inter- 
vine en “Radio Bar”, dirigida por Ma- 
nuel Romero, y ahora ando medio lo- 
ca por culpa de “Cuatro corazones”, 
que es el título de la película que es- 
toy filmando bajo la dirección de En- 
riaue Discénolo. 
1 
Gloria Guzmán, eclip- 
sando la gloria de ma- 
deme Rasimi, en la 
¿poca de las revistas 
sspectaculares del 
Maino. 
.s E 
La “vedette” 
con su chistera 
y su cola de 
gallo, cuando 
hace diez años 
se floreaba en 
las revistas del 
Sarmiento. 
—¿Tiene usted más compromisos 
cinematográficos? 
— Ni los tengo ni los quiero. El 
cine da mucho trabajo. Además, enve- 
jece, y yo no estoy todavía en edad 
de envejecer. ¿Le parece a usted jus- 
to esto de que le pinten a una el pelo 
de rubio rojizo y encima le hagan sa 
ir canas artificiales? Por si esto fue- 
ra poco, nunca sabe una a qué hora 
tiene que filmar, Un día a las siete 
de la mañana: otro, a las once de la 
noche. Es decir: la citan a las siete, 
D a las once, pero a lo mejor la hacen 
esperar dos o tres horas antes de em. 
pezar. No me gustan esos plantones. 
Cuando se da una cita, hay que ser 
puntual. Tampoco me gustan las 
preocupaciones. Yo soy muy tranqui- 
la, muy comodona, y en el cine hay 
mucho lío, mucho lío. A mí me pone 
los nervios de punta. Por eso estoy 
hoy tan nerviosa. 
Gloria Guzmán se levanta, se pasea, 
cambia de asiento y vuelve a peinar- 
se su pelo rojizo con el peine de sus 
diez dedos largos y afilados. 
— Siempre fué usted un poco in- 
quieta... 
— He tenido mis inquietudes, no voy 
2 negarlo; pero eso fué de mayorcita. 
Cuando era pequeña, más bien tenía 
an temperamento apacible y reposado. 
Con decirle que me llamaban “La mos- 
audita”... 
Se lo: descubrió un modisto 
de París, que era a la vez 
un psicólogo freudiano 
Reportaje pot 
ANDRES — uni y moderna súueto, 
M U Ñ O 7 a través E, reciente 
NACIO UN SABADO DE GLORIA 
— ¿Dónde vivió usted en sus. tiem- 
»0s de “mosquita”? 
— En Vitoria, donde nací y donde 
riví hasta cumplir los cuatro años. 
Antes que me lo pregunten, les diré 
jue yo soy de este siglo, no como otras 
artistas que yo conozco y que se las 
ian de ingenuas, Nací el 15 de abril 
le 1902, un sábado de gloria. Por eso 
levo este nombre, que no es ningún 
:eudónimo, como se ha dicho, sino mi 
1ombre propio y verdadero, aunque ya 
'Ta glorioso antes de yo nacer, Pero 
7/0 he hecho lo posible por no empa- 
iar la gloria del día de mi nacimien- 
o. Por cierto que como el sábado de 
zoria no cae siempre en el mismo día, 
ne veo en un lío cada vez que tenro 
que cumplir años. Para evitarme com- 
plicaciones, he resuelto, en lo sucesi- 
Jo, no cumplirlos más que cada vez 
jue coincidan mi onomástico y mi ani- 
r"ersario, Así me evito quebraderos de 
'abeza, ¿No le parece? 
-— Y también algunos gastos... 
— Vayan por los regalos que pierdo. 
ero no me importan. Lo que yo 
¡uiero es vivir tranquila. Más vale un 
lía de tranquilidad que un vestido nue- 
vo. Esto lo aprendí de una tía mía 
jue se llamaba María, y era vasca, 
vmo yo. - 
— María, la vasca... 
— No; ésa era otra... Las vascas 
ienen dos cualidades: mucha franque- 
Za y mucho carácter, Yo nunca tuve 
al carácter, pero sí la franqueza. No 
soy nada “fayuta”. Digo lo que sien-
	        
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