PARA EMPEZAR, UNA ANECDOTA
N el año 1934 fué conducido
preso a un juzgado de instruc-
ción un hombre joven aún, que
había sido sorprendido hurtan-
lo un esqueleto de azulejos de escaso
alor.
Al ser interrogado por el secretario,
le negó a contestar, y apoyándose en
m derecho que acuerda la ley, mani-
festó que sólo declararía en presen-
cia del juez.
Inútilmente se:le explicó que, dada
a poca importancia del asunto, no se
vodía distraer la atención de su seño-
ría, ocupada en otros asuntos que ver-
laderamente la requerían en esos mo-
mentos.
El hombre se mantuvo firme en su
lecisión, y prefirió esperar dos dias
más, incomunicado en un estrecho ca-
labozo, hasta que obtuvo satisfacción.
Ya en presencia del magistrado, y
intes que éste le dirigiera la palabra,
2 dijo: -
— Señor juez: soy culpable de este
hurto y... “de otros más, ¡Yo hurté dos
azulejos! En el reducidero me dieron
rinco vesos. :Sov culpable! Tenro “en-
ima” tres condenas: dos por hurto y
na por lesiones. La mayor fué de tres
ños y medio; las otras dos no alcan-
aron ni a un año... Si usted, doctor.
1e “da” la preventiva..., ¡me “fajan”
1 52!... Y tengo una mujer y dos pibi-
25, — Y agregó sombríamente; — ¡El
2, doctor!....
El juez era el doctor Jaime Llavallol,
se hombre que de tanto elevar su de-
cadísimo y dilecto espíritu, se iba
n alto, que a veces perdía de vista
.8 cosas terrenas... .
Miró al preso serenamente; pero en
is ojos había un tilde de compasión.
,eyó el sumario, comprobó la veraci-
ad de lo que afirmaba, liamó al se-
etario y le dijo:
— Secretario: arregle de alguna ma-
.ra este asunto. Sobreséalo y póngalo
1 libertad desde aquí mismo. — Y
zregó en voz algo más baja, con cier-
1 timidez, como dando una explica-
ón: — ¡Tiene dos nenas.... y le van
dicar el 52!...
"N FANTASMA EN UN NUMERO
'uando un delincuente se notifica de
entencia, yv ésta lleva nor accesoria
3 aplicación del artículo 52 del Código
Zenal, siente que súbitamente desapa-
ecen todo su valor y su entereza; que
as piernas le tiemblan y se doblan sus
odillas como en un “knoc down”; que
1 corazón se comprime hasta el dolor
" la frente transpira gotas heladas. Y
qurmura:
-— ¡No es posible!... — Y repite: —
No es posible!... o
Al fin, firma. Pero esa firma no es
1 firma, ¡Qué va a ser su firma!...
Son rasgos temblantes, Estertóreos.
Como si la pluma se negara a trazar-
los derecho, Por eso se clava en el pa-
el y salpica...
El “52” es el fantasma aterrador de
«delincuentes, . .
¿Qué tiene para que así sea?...
Aparentemente, nada muy grave ni'
»n pavoroso, Reléalo el lector. Ahí en
1 acápite está. a?
Si hasta presenta como un espejis-
10 de esperanza y redención.
Se ve clam que lo que hubo en la
nente del legislador que propuso ese
irtículo era el deseo de convertir al
1ombre malo en bueno, al mismo tiem-
yo que líbraba a la sociedad del sujeto
jue la dañó y la ponía a cubierto de
mevos desmanes de la misma mano.
Jomo quien aparta un rodeo.
ue los condenados con la accesoria
del 52” van a parar, tarde o tempra-
0, ¡Al presidio de Ushuaia! ¡A esa
remenda “frigidaire”. de industria na-
ional!
Allá van para siempre y sin remedio.
Porque, por un error surgido de pa-
idójicos y complicados conceptos jurí-
icos — artificialmente complicados —
! sancionarse en 1921 el Código Penal
igente, se cambió la palabra “relega-
ón”, que existía en el anterior, y que
Ta y es la única apropiada, por “re-
luzión”.
Y como dentro del lenguaje del có-
igo reclusión es presidio. .., ¡allá van
»s infelices!
Si se piensa que la mayoría de los
ndenados a quienes se aplica esa ac-
:soria son ladronzuelos, cuyos delitos
> pueden haber sido tan graves, cuan-
o, aún en plena juventud, han cum-
tido sus condenas anteriores y que van
: Ushuaia (al presidio, no sueltos, co-
ne Muchos creen) en Jas mismas condi-
'ones de los más terribles criminales.
UN PARAJE EN LOS TERRITORIOS
DEL SURE
Un paraje propicio para iniciar una
ida nueva, de trabajo, de contracción
1 la madre tierra, y donde dentro de
ina disciplina racional, lejos de la gran
dudad, de la barra de amigos viciosos,
lel alcohol! y del garito, de la quiniela
7 de las carreras — piezas todas del
liesel impulsor del delito, — sea fácil
a resurrección moral...
Un paraje donde la tierra devuelva,
renerosa y buena, en frutos de paz, la:
ensión del nervio, la expansión del
músculo, el sudor de la frente, el sa-
rríficio de Ja compañera abnegada con
+1 dolor de su vientre grávido... ¡Eso
25 UN paraje en los territorios del Sur!
“La reclusión en un paraje de los territorios del Sur será
impuesta por tiempo indeterminado, y como accesoria de la
última condena, cuando mediaren las siguientes circunstan-
—T Dos condenas a reclusión, o una a reclusión y otra a:
nrisión por más de tres años; 000 0%
>? Tres condenas a prisión por más de tres años o una
de reclusión por más de tres años y dos de prisión de tres.:
ME A
— 3 Cuatro condenas a prisión, siendo una de ellas mayor
4 Cinco condenas a prisión de tres años o menores.
- "Se aplicará la reclusión como accesoria de la condena en
'0s casos de concurso de delitos, siempre que los delitos juz-
“gados hubieren sido cinco por lo menos, y que dos de ellos
'uvieren fijada pena mayor de tres años de prisión” -— Ar-
tculo 52 del Código Penal...
Eso es lo que fluye de la disposición
yrevisora y humana de nuestro Código.
Eso lo que interpreta cualquiera; el
ueblo, el obrero, el estudiante, el pro-
esional, el militar, el académico...
“ualquiera. Es decir, todos.
TN INAUDITO ERROR >
?ero ¡cuán equivocados están!
En la práctica no hay tal cosa, y ese
Jisaje de luz y de trabajo que se vis-
«mbra, y que hasta tiene algo de bucó-
0, es sólo una ilusión.
a realidad. la espantosa realidad »c
n las mismas de todos los Mateos
Janks, de todos los descuartizadores
toninis, de todos los parricidas, se ob-
ervará la gran injusticia que repre-
enta este fenómeno de muestra defi-
iente legislación y de nuestro caduco
*gimen penal. !
La responsabilidad de que esto haya
ido ocurrir y siga ocurriendo casi
lariamente, la tienen por igual los
“es poderes de la nación.
El Congreso, por haber sancionado
1 error y no repararlo desde hace
*z y siete años, ¡Diez y siete años!
ll Esecutivo. nor no haberlo nhear.
ado a tiempo ni adop-
ado ninguna medida que
vudiera enderezar e] en-
uerto.
Y el Judicial, por no
aber interpretado lo
ue tan fácil era, es de-
Y, que “un paraje en
os territorios del Sur"
10 debe ser, necesaria
nente, el presidio de
'shuaja,
“Este poder que a fuer-
A de interpretaciones
Jue le son privativas ha llegado a
anular, en la práctica, casi por comple-
to, los beneficios de la excarcelación y
de la libertad condicional, no ha podi-
do hallar dentro del concierto de sus
deliberaciones y de los viejos infolios
lel Derecho, el argumento que destruya
al error existente en la letra de la ley
y permita que se imponga el espíritu
de ella misma, que es su verdadero y
ánico valor.
“Por el contrario, opuso reparos, en
sierto momento, a un pedido de indulto
de un condenado con la accesoria de
reclusión. aduciendo due ésta no era
ma pena, y que el presidente de la Na-
!;ón no puede ejercer el derecho de
rracia sino sobre las penas.
ero... si el no poder salir nunca de
residio, perdiendo para siempre el de-
echo a la libertad; si el vestir, hasta
ue deje de latir el corazón, uniforme
il de presidario, si la muerte civil no
: una pena..., ¿qué es?
— Una accesoria,
— ¡Linda accesoria!
Afortunadaménte, el Poder Ejecuti-
'0 10 aceptó este criterio, y concedió
1 indulto.
RAZONES DE UNA SINRAZON
ra sabemos que el no adoptar me-
:das para poner término a esta injus-
cia se debe a que todo el Sur argen-
ino carece de elementos de seguridad
ara relegados y confinados, y que
stos, al poder circular libremente, se-
uirían siendo un peligro social, sin
tro cambio que el del ambiente,
Sabemos que habría quejas de pací-
icos vecinos de esos lejanos y laborio-
os pueblos, a quienes poco les agrada-
la una lenta invasión de personas tan
Hco pPratas.
3ajo un frio
ntenso los pe-
ados cumplen
«+ trabajo en
Ll monte. De-
olación en el
yuisaje y en el
iIma de tos
»om:denados.
uede que
opt _— Razones todas éstas ponderables y
ito de ma- justas, pero que dejan de serlo en cuan-
ur, pero “el to se repara que ellas no tienen nada
2, en su “de común con el delito ni con el de-
rio y ter- Jlincuente, a
ninante -— ¿Qué culpa tienen los condenados de
——_——— que en el país no haya los: elementos
1 presidio necesarios pura que se cumpla la ley
» Ushuaia, que los castiga o la ley que los ampara?
Después de haber pagado sus deli-
ne “on la prisión. tienen que pagar
on el presidio la imprevisión de gober-
antes que dictan o aprueban leyes
ue no pueden cumplir ni hacer cum-
ir. .
Cuando Is justicia se ve obligada a
meter una injusticia — valga lo re-
1anido de la frase — el Estado debe
oner en manos de aquélla los medios
e repararla. .
Y si esto ya es tarde para muchos,
ara muchos más todavía se está a
“empo..
Obsérvese esta pequeña estadística
e castigados con el 52, que gentilmen-
2 me ha proporcionado el Director Ge-
.eral de Institutos Penales, doctor José
faría Paz Anchorena:
¿n la Penitenciaría Nacional.... 22
"n la Cárcel de Encausados.... 1
on el presidio de Ushuaia....... 126
un el Hospicio de las Mercedes.., 2
'sperando cumplir la condena
principal para ser remitidos a
NSHUNa + ....5 resunos . E
226
¡TOTAL: SON DOSCIENTOS
"EINTISEIS HOMBRES CONDE-
IADOS A LA PENA QUE, EN
S¡UESTRO PAIS, REEMPLAZA A
A DE LA MUERTE!
Y no por condena... ¡Por acceso-
ia!
LAS SOLUCIONES
Este problema no pide: ¡clama!,
+rontas soluciones. o
La primera surge, espontáneamente,
le su simple enunciación. Es decir, la
nmediata sanción de una ley que al re-
ormar el artículo 52 haga desaparecer
| funesto error.
La segunda podría ser la demarca-
jón de zonas, en el Sur, habitables y
añas, prudentemente vigiladas, en las
jue se podría confinar a los relegados,
roporcionándoles viviendas y elemen-
ns de trabajo rural. -
.. Y una tercera solución, aunque de
aráctér transitorio, a la espera de las
a
La nieve lo cubre todo, ahogando bajo
u blancura la áspera tierra del Sur,
*sidencia final de quien violó la ley
inflexible,
> e >
os primeras, que me permito sugerir
| ministro de Justicia y a la Direc-
ión de Institutos Penales, consistiría
n retener en las prisiones donde ac-
ualmente cumplen sus condenas, a los
astigades con la accesoria del 52, ha-
iendo regresar, a la vez, a los que se
lan en Ushuaia.