14 de septiempre de 1938.
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Desde Hollywood...
(Continuación de Ia página 7). —
YEDY LAMARKR JUSTIFICA SU AC-
TUACION EN “EXTASIS”
De más está decir que cuando llegó
1 la Meca del cine se vió acosada por
tientos de reporteros, deseosos de sa-
ver por qué ella había consentido en
lacer ese papel en “Extasis”,
— Cuando me propusieron actuar en
sa película — respondió ella, — yo
:ra casi una niña, Tenía diez y siete
iños y no sabía, en realidad, de qué
ve trataba. Cuando todo estuvo hecho,
yo misma comprendí mi error, pero ya
ra tarde. Fué inútil todo cuanto se
izo para evitar que “Extasis” fuese
>xhibido. Se imprimieron copias por
entenares y era imposible tratar de
*omprarlas todas, pues si mi “esposo
idquiría diez, al otro día se imprimían
tras diez, DO
—¿Se dió usted cuenta de la sen-
ación que causaría?
*— No. Supuse más bien que el públi-
0 recibiría la película sin mayor en-
usiasmo. —
— ¿Cree que ese film es inmoral?
—¡Deé ninguns manera! Confieso
jue hay en “Extasis” algunas escenas
'N poco realistas, pero que de ninguna
nanera son inmorales. Ha sido la avi-
lez del público y la falsa publicidad
jue'la película recibió lo -que determi-
16 su éxito y todo cuanto ¡de mí se ha
licho....
Así ha' respondido Hedy Lamarr a
os periodistas.
Con respuestas muy “a lo Holly-
wood”. Evasivas, aparentemente ino-
"entes...
Pero que en el fondo están destina-
las a conquistar la simpatía de los es-
vectadores.
Hoy Hedy Lamarr vive en la Meca
lel cine esperando que el público vea
'Argel” y la juzgue. Sabe que, desde
4 punto de vista comercial, “Argel”
»btendrá un éxito enorme, porque hay
lentos de miles de espectadores ansio-
sos por volver a verla en la pantalla.
Quieren ver a Hedy Lamarr, a la ex
'sposa de un magnate de las municio-
1es. A Hedy Kiesler, la audaz mucha-
»hita que se atrevió a presentarse ante
a cámara sin vestimenta alguna, A la
vermosa actriz vienesa, cuya primera
iventura en la pantalla le costó un
livorcio sensacional. -
Quieren ver a “la mujer del éxta-
ús",,
a las
,
por el "Dr. ESCARDO " "
Las mamás, en el consultorio, no deben
entorpecer la tarea del médico |
Í LEGA el niño al consulto-
- rio y luego del interroga-
. torio de práctica la mamá
dia. procede a desvestirlo; se
trata de un bebé de pocas sema-
nas: 0 de escasos meses. Sobre la
mesa especial lo suficientemente
alta para que la tarea pueda cum-
plirse con comodidad, la mamá
procede a desvestirlo; luego el
médico ha de pesarlo, medirlo,
auscultarlo, y efectuar toda la lar-
ga serie de minuciosas maniobras
que implica una revisión com-
pleta y eficiente, La más elemen-
tal discreción y hasta una lógica
primaria indican. que la mamá
0 quien acompañe al chiquito de-
je plena libertad al facultativo
para desempeñar tranquila y li-
bremente su tarea, nada cómoda
por cierto.. Sin embargo, ello es
lo menos común y frecuente; las
mamás, en general, llevadas de un
impulso de cariño tan espontáneo
como mal entendido, parecen
preocupadas por perturbar en lo
posible (inconscientemente, claro
está) la labor del médico.
En primer lugar, tienen como
norma inalterable no separarse
ni un centímetro del chico; si el
doctor lo conduce a la balanza,
allá va la madre tras él; silo
acerca al pediómetro (aparato pa-
ra medir la talla); la madre lo
Sigue a escasa distancia, de tal
modo, que todo movimiento del
profesional tropieza siempre con
las manos. o los brazos maternos,
cuando no con la cabeza, ya que
es frecuentísimo el caso de que
cuando el médico se sitúa en el
punto conveniente para observar
la. garganta del chico de acuerdo
"on la iluminación, se encuentre
ton la mamá, que ha elegido pre-
cisamente el lugar óptimo, reem-
plazando al médico en su traba-
lo y estorbándolo.
-Otra costumbre que tienen las
mamás y otros acompañantes es
“consolar” al niñito, llore o no
llore éste, y para lograrlo no ce-
san de hablarle en forma contí-
hua uhas veces; se trata de la re-
petición sistemática y como -me-
canizada de la misma palabra
fnenito, cariño, chiquito, rico,
tc.) ; otras-de una serie de gestos
tendientes /á distraer la atención
del chiquilín : se le hacen tintinear
laves o se le ofrece la cartera, o
'e formula toda una serie de pro-
nesas (el clásico paseo en auto,
a compra de un juguete).- Si el
hiquito está nervioso por el exa-
nen médico en sí, todo ello con-
ibuye a excitarlo más. todavía,
mo es fácilmente comprensible,
el resultado obtenido es todo lo
ontrario del consuelo que se bus-
aba. Esa costumbre de hablar al
tico todo: el tiempo. sin reposo
Iguno, llega a menudo a pertur-
ar al doctor en el momento de la
uscultación, en el que, como es
ácil alcanzar, es preciso el ma-
or silencio ;-por lo demás, el con-
solar al chico en-ese momento es
:ontraproducente, ya que en los
'ebés, especialmente, el llanto áu-
nenta la amplitud respiratoria y
lace posible oír lo que no se pue-
le en estado de tranquilidad. —.
El médico avezado (y los de
tiños lo son de una manera par-
icular condicionado por la natu-
'aleza misma .de sus pequeños
lientes) aprovecha todas las cir-
unstancias que le brinda su en-
ermito, y de su inquietud e
ranquilidad, de su llanto 'o silen-
io saben sacar partido útil para
:Us observaciones; la interven-
ión materna en tales momentos
10 sirve más. que para perturbar
| estudio y complicar el trabajo.
También es costumbre de las
namás afanarse en tapar al chi-
luito que el médico está obser-
"ando; es preciso saber que el
Xxamen del niño, entero y ¿om-
letamente desnudo, es necesario
1 médico, y que ese chal o ese pa-
lal que las mamás. echan sobre
a espalda del nene, por un enfer-
nizo terror a las corrientes de
ire, es un factor de incomodidad
" aun de error para el trabajo
nédico.
le la boca y de la garganta,
No nos detendríamos a exami-
1ar estos aspectos de la vida dia-
ia si solamente implicaran un
wimento de tarea o un fastidio
vara el profesional; si los señala-
uos: de un modo intencionado es
vorque son la traducción de una
onducta singularmente pernicio-
'a para la educación del bebé: es
'ácil comprender que de ella re-
ulta ese tipo de chico “pegado”
i la mamá; a: la que le es imposi-
de separarse. un sólo segundo
lel-lado de su hijo sin que éste
rorrumpa:en un llanto estriden-
e y determine un verdadero “dra-
na”. El chico actúa como si el
dejamiento de su mamá lo cerca-
'a de tremendos peligros que sólo
U presencia puede conjurar; es
omún el caso del chico a quien
'esulta imposible pesar, porque se
iiega a permanecer en la balanza
d la madre no lo tiene de la mano.
Los mimos lo perjudican
Esta “pegajosidad” quita al ni-
io en crecimiento toda sensación
le" autonomía e independencia,
'oñ grave detrimento para su ca-
ácter y educación. Las mamás
'en en ello una especial mani-
estación de afecto, que las en-
rgullece y satisface; sin embar-
ro, no es tal, porque con igual
'acilidad el niño “se pega” a una
1iñera cualquiera.
“El niño es un ser frágil, pero
n0 en el sentido que lo es un vaso
le cristal; toda la educación debe
ender a fortalecerlo e independi-
arlo, dando un fuerte y seguro
manejo de su nersonalidad.
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Yo debe dársele ninguna
rolosiná antes de la consulta
75.
Entre los medios dé consuelo
igura también el dar al chico una.
“alletita inmediatamente antes o
urante la consulta, con lo que se
onsigue ensuciar la boca del chi-
“vito, que en el momento del exa-
nen el médico -encuentra llena
'e partículas alimenticias que le
mpiden apreciar el verdadero co-
or y otros aspectos de la mucosa