Full text: 28.1938,5.Okt.=Nr. 1446 (1938144600)

MUNDO ARGENTINO 
La 
del JUBiLADO 
Cuento por ESTEBAN HERTELENDY 
ICHARY se pasó la ma- 
no por la frente y se sen- 
tó. Afuera calentaba el 
sol bochornosamente. Te- 
nía una agenda ante sí, en cuya 
parte correspondiente al alma- 
naque anotó al lado de un día 
de primavera: jubilación. Des- 
pués miraba por la ventana, de 
cuyos vidrios se proyectaban, al 
revés, unas letras sobre el sue- 
lo: Primer Banco de Ahorros de 
Koebania, Frente a él estaba sen- 
tada Olga, sus párpados hin- 
chados de llanto. Olga era la 
novia de Mocháry desde hacía 25 
años, desde aquel día en que 
entraron juntos al servicio del 
banco. Estuvieron con el direc- 
tor, quien obsequió a ambos con 
sendos pergaminos con motivo 
de su jubilación. 
A Mocháry se le comprimió el 
alma al pensar en ese momento, 
y dirigió dolorosamente su mi- 
rada hacia la caja fuerte. Por 
veinticinco años había quedado 
casi pegado a ella. Mocháry se 
estremeció. Lentamente se in- 
corporó, encaminándose hacia 
la puerta. De sus compañeros 
se había despedido. De Olga 
también, ya que nunca podría 
ser esposa suya, pues con la pe- 
queña jubilación no podía man- 
tener un hogar. 
—.Mañana tendrá que entre- 
gar la caja — dijo el director, 
cuando Maocháry, por Último, se 
despidió de él también. 
-—Por supuesto, señor. 
.—jEl directorio le expresará 
su agradecimiénto! 
 —Lo agradezco mucho — 
contestó Mocháry, Luego se des- 
pidió de nuevo de sus compañe- 
ros. Del contador, señor Munster, 
a quien no aumentaron el suel- 
do en veinte años. Del practican- 
te, señor Mándoky, el que no 
había podido obtener más los 
sesenta florines mensuales, y de 
Esteban, el viejo ordenanza, 
que ahorraba durante cuarenta 
años inútilmente para comprar 
una casita siquiera tan chica co- 
mo una caja. 
-—Mañana por la mañana en- 
tregaré la caja — dijo Mochá- 
ry una vez más. Y salió tamba- 
leando y cabizbajo por la puer- 
ta del banco. 
— ¿Cuánto dinero hay en la 
caja? — preguntó el director 
al día siguiente en la reunión 
del directorio. 
——Cien mil florines más o me= 
nos — contestó Mocháry. 
— Haga el favor: entregue 
ese dinero al nuevo cajero. 
-—No lo entrego. 
— ¿Por qué no? ¿Qué le ha 
sucedido a usted, Mocháry? — 
preguntóle, sorprendido, el direc- 
tor. 
Mocháry pensó un poco, co- 
mo para cobrar coraje. Luego 
:mpezó su confesión. Los direc- 
ores saltaron de sus asientos, 
Mocháry estaba como anonada- 
lo y decía incesamente: 
—No es mía la culpa. Tenía 
voco sueldo y necesitaba dinero 
vara las carreras. Llévenme a 
a policía. 
El asesor del banco fué | 
ínica persona que no perdió la 
Tranquilidad. Interrogó a Mo- 
:háry hasta que éste confesó 
que la mitad del dinero existía 
,ún en su poder, y que estaba 
lispuesto a devolverlo bajo cier- 
as condiciones. Naturalmente, 
10 quisieron. negociar con él. 
— jEs un defraudador! — au- 
laban los directores. — Tiene 
que expiar su culpa. 
Luego reconocieron que el 
Janco se arruinaría si no reci- 
día devuelta la mitad de la 
suma defraudada. Convinieron 
1 que no denunciarían a Mochá- 
y, siempre que éste les devol- 
riese los cincuenta mil florines. 
Bl cajero, sin embargo, tenía al- 
ro que decir. El gerente no es- 
aba a la altura de su posición; 
»torgaba créditos a la ligera y 
icudía siempre tarde a su ofi- 
ina. El presidente del banco 
ra ya viejo y no entendía el 
1egocio. El asesor del banco 
erdía los pleitos uno tras otro 
7 hacía mala figura en el di- 
rectorio del banco, 
Los señores del directorio só- 
o atinaron a escuchar. Se tra- 
aba, al fin y al cabo, de cin- 
uenta mil florines. Y Mocháry 
1ablaba. Lo que nunca se había 
itrevido a decir mientras era 
1onrado, lo dijo entonces. Luego 
:mpezó a exigir: “Que le aumen- 
asen el sueldo en cuarenta flo- 
ines al contador. Que le otor- 
rasen un préstamo al ordenan- 
a para que pudiera construir 
su pequeña casa. Que mejora- 
sen el sueldo del practicante.” 
—¿No tiene más exigencias? 
— preguntó, furiosamente, “el 
asesor, 
— Sí, las tengo. Lo que no he 
dido lograr, nese a mi honra- 
dez, voy a intentarlo ahora, co- 
no defraudador. Si cumplen 
nis condiciones y me aumentan 
“on cien florines el sueldo, pa- 
a poder casarme con mi novia, 
es diré en seguida dónde está 
1 dinero, 
El directorio se retiró para 
lustración 
de HECTOR POZZO 
ad 
Frente a él estaba sentada Olga, 
us párpados hinchados por el 
anto. . 
-ratar el asunto en una larguísi- 
ma y tormentosa reunión del 
:onsejo. Finalmente aceptaron 
as condiciones del cajero jubi- 
ado y se formuló un convenio 
que todos firmaron solemnemen- 
e. Era el único modo de salvar 
al banco. 
— Y ahora, ¿dónde está el di- 
ero? — preguntó el asesor 
:on la frente bañada en sudor, 
jespués de la firma del conve- 
110. 
—-En la caja — dijo Mocháry 
2n voz baja, — Cien mil flori- 
1es, 
— Pero ¿está loco? — gritó 
el asesor. 
— ¿Cómo pueden suponer los 
señores — dijo Mocháry en to- 
10 de superioridad — que he 
lefraudado ni un solo céntimo? 
No, señores; yo soy un hombre 
honrado desde mi nacimiento. 
Ii siquiera he sacado el dinero 
le la caja.
	        
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