26 de octubre de 1938
— Un príncipe que rapto... |
(Continuación de la página 27)
Algunos dicen que quizá las primeras
ntenciones del príncipe no fueron tan
nobles, pero que la bondad y la ino-
"encia de Clary enternecieron su cora-
ón y prendieron en él la llama del ver.
ladero amor.
De todos modos es un idilio delicio-
amente fantástico, con un final dichoso,
y demuestra que cualquier cosa puede
currir en Hungría, hasta le reedición
tel cuento de la Cenicienta en la vida
'eal,
letective se propuso movilizar la po-
licía para aclarar el misterio del cas-
tillo. Dejó tras de sf una confusión de
voces que interrogaban a la joven to-
dos al mismo tiempo. Unas horas des-
pués, el novio se negó a creer la histo-
ria y demostró su desagrado pegándose
un tiro.
A la policía de Kisvarda se le or-
denó por teléfono que registrara eli
"astillo, Y allí estaba Clary, feliz pri-
sionera del príncipe. Vigilaron a am-
dos. hasta que llegó el padre de la jo-
ven acompañado por un abogado y un
lestacamento de la policía de Budapest,
El príncipe Nicholas Balthasar Li-
ius Inocencio Augusto Melchior María
Odeschachi lleva uno de los nombres
más Jargos, antiguos y famosos de la
historia húngara, además de ser riquí-
simo y poseer gran influencia, Pero le
anunciaron que no debía imaginarse que
quedaría impune el secuestro de una
joven de diez y seis años. . -
El padre, indignado, se sentía ofen-
dido más aún por la amabilidad del
príncipe, mientras éste lo guiaba a
través de salones lujosamente alfom-
brados, decorados con cuadros célebres
y armaduras hacia un ala del castillo.
Allí su rabia se transformó en asom:
bro al ver que Clary estaba instalada
2n un departamento propio, donde una
docena de modistas confeccionaban ves-
tidos para ella, Una señora de edad y
le porte digno le salió al encuentro,
— Soy la acompañante de milady —
“xplicó a la pregunta del padre,
— ¿Qué milady? — inquirió. Como
contestación, la señoría apareció en per-
sona, radiante de felicidad, vestida con
hermosos trajes y joyas. Había inter-
rumpido su clase de francés, y un pro-
fesor de música esperaba su turno. -
— ¡Papá! ¿Qué te ocurre? — pre-
zuntó finalmente, después de oír sus
explosivas opiniones, — ¿No deseas
Jue me case con el príncipe? 5
— ¿Qué te hace pensar que se casará
"ontigo?
— El me lo pidió,
— Y tú ¿crees que lo dijo en serio?
— Le puedo asegurar que es así —
dijo una voz tranquila y bien templa-
da, al entrar la princesa, antes con-
desa Palma Lonyay, en el salón.
— Mi hijo ha pedido mi consenti-
miento, y yo se lo he concedido. Clary
ss una joven dulce y buena, que hará
honor al título tan pronto obtenga un
poco de cultura. -
Mientras el padre caía en la silla más
sercana, un sirviente silencioso apare-
ció con una bandeja de champaña para
festejar el futuro acontecimiento.
— Pero, ¿por qué la secuestró y la
trató así? — quiso saber el intrigado
vadre,
— Para poner a prueba su carácter,
mi querido suegro — contestó el prín-
sipe. — Y pasó airosamente a todas
1as pruebas. — Clary es una chica bue-
na y seguirá siendolo,
Fué un caso de amor a primera vista,
»ro el amor es ciego, como lo com-
probé en mis dos casamientos anterio-
res que terminaron en el divorcio. De
modo que era importante estar seguro
esta vez.
César Ratti... |
(Continuación de la página 33)
70z alta, no sin darse cierta importancia
alentras lee.
— En el año 580 antes de Cristo, Ana-
simandro de Mileto inventó la esfera. Dos
siglos después, Aristóteles trata del in-
"ento de las ruedas con dientes. Un siglo
nás tarde Arquimedes inventó una es-
era con movimiento de ruedas dentadas,
y Posidonio, astrónomo griego, construye
1na esfera con ruedas que es un aparato
xrimitivo de relojería. Luego aparece un
nonje llamado Heriberto que descubre
:) peso motor, o sea el péndulo. Y des-
xés viene un cerrajero llamado Pedro
Jenlein, que construyó el primer reloj
le bolsillo en el año 1500. Por último,
n 1886, aparece Roskopf, que crea el reloj
voderno.”
— Desde Roskopf acá — comenta Cé-
ar Rattt abandonando la lectura, — el
eloj marchó como sobre ruedas, como
yuien dice. ¡Y pensar — añade — que
uando yo era relojero no sabía nada de
sto!
DE RELOJERO A ACTOR COMICO
— Se puede ser un buen técnico sin
37 un erudito.
— En aquella época yo no era ni muy
rudito ni muy técnico. Pero llegué a
er un buen oficial. A los diez y seis
fos me asocié con otro oficial amigo,
arlos Larcade, y puse un taller de joye.
ía y relojería en la calle Cerrito. Fué
odo un negocio, Al principio trabajába-
nos Únicamente Larcade y yo; pero an-
es del año teníamos siete oficiales, y
i los dos años nos dejaba más de mil
yesos mensuales a cada uno. Pero yo le
'endí todo a mi socio y abandoné el ofi-
do, aunque no la afición.
— ¿Por qué causa?
— Por el teatro. Siempre me tiró de
ma. Tanto, que renuncié a aquellos mi'
esos Mensuales para ir a ganar ochen
a con don Gerónimo Podestá en el tea.
ro Nacional. Debuté reemplazando a
Tuifio en la obra de José León Pagano.
Almas que luchan”, Allí me encontré
on Guillermo Battaglia, que era el pri.
ner actor; Blanca, Anita y María Es-
her Podestá; Angela Tesada, Ada Cor-
aro, Elías Alippi. Dos años estuve con
lon Crerónimo, a quien dejé para ir a
rabajar con Emilio Carreras, que fué
ino de los cómicos con más gracia que
70 he conocido. Poco tiempo estuve cor
“IL, pues en el año 12 me contrató Pa:
ravicini con setecientos pesos mensua.
:eS. Aquél ya era un sueldo de categoría.
in 1914 pasé al Apolo con la compañía
Perdiguero-Casaux. Con este último es-
rené “El movimiento continuo”, y con
"asaux continué yo cuando se unió a
ola Membrives. Luego estuve en varias
compañias, hasta que en un aniversario
Jatrio, el 25 de Mayo de 1920, me acorde
le que los hombres y los pueblos deben
+er' libres, y proclamé mi propia in-
lependencia. Debuté en el mismo teatro
polo; pero a los pocos meses vino la
'amosa huelga de cómicos y me quedé
in compañías y sin teatro. Pero como
Jetrás de la tempestad viene la calma,
cuando se calmaron los ánimos excita-
El “CIDEX”. Feliz combinación de los universalmente conocidos métodos de los eminentes
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dos reorganicé mi compañía y la suerte
ampezó a sonrefrme. En 1926 alquilé el
'eatro Apolo, que no he dejado desde
ntonces. En 1928 resolví descansar para
T a conocer el mundo. ,
— ¿Duró mucho ese viaje?
— Un año. Me instalé en París. Vi
“endo en París y con dinero, el munde
>s Un reloj de bolsillo. Recorrí toda le
Costa Azul. Hice un viaje a Hamburgc
2n el tren de gran lujo, llamado el trer
bleu”. Valía 1.200 francos el pasaje. Tha
yo solo en el famoso tren “bleu”, y pare
no aburrirme, me pasé el viaje jugande
il truco con el camarero, que resulte
taliano. Por cierto que le gané cuarenta
-rancos, los mismos que después le di de
opina.
. — Vos siempre fuiste un poco man
wierta — apunta Emilio Ratti.
— Sí; pero no demasiado — aclar:
Jésar. — El dinero hay que saber gas
arlo, Aquel viaje me costó cerca de cin
:uenta mil pesos; pero no era caro. /
a vuelta de Alemania recorrí Italia, Es
aña y Béleica, -
SUS VIAJES POR ORIENTE Y LA
VUELTA AL PAGO
— Luego emprendí el crucero a Orien.
€, que duró cerca de tres meses — con-
inúa César Ratti. — ¡Magnífico viaje!
Vejandría, El Cairo. Visité las pirámi-
les, en camello, naturalmente, y la tum-
ba de Tut Ank Amon. Luego remonté el
vilo, por el que navegué durante cinco
días, y vila catarata de Asuam, que tie-
2e más de cien metros de altura. Reco.
"Tf los museos egipcios, que parecen ba.-
“ares de antigiledades, y los bazares, que
Jarecen museos modernos, En uno de
0s museos vi un reloj de sol antiquísimo,
que examiné con mi ojo experto de re.
lojero. Según decían, tenía treinta y cua-
"TO siglos de antigiiedad; pero yo descu-
XI que era una reproducción,
— ¿Y cómo lo descubriste — inquierr
:] escéptico Dedico.
— Porque estaba demasiado bien con-
ervado para ser auténtico. Además, se.
“ún me dijo un alemán que venía con.
nigo, el verdadero reloj, que se lla-
naba Tutmosis II, .como si fuera ur
araón, estaba en un museo de Berlín
3e componía de una varilla y de una su-
erficie plana que recibe la sombra, Er
1n principio pensé comprarlo; pero des-
2ués de lo que me dijo el alemán no
juise ni hacer oferta. Hacer un viaje £
Tgipto para traer un Tutmosis falsifica.
lo. no valía la pena.
—AA lo mejor el falso era el que esta
ha en Alemania — argumentó Dedico.
-— Puede ser. Pero en la duda, no com
es la mula, como decía no sé quién.
— ¿Qué otros lugares visitó? — pre
"untamos.
— Crucé el canal de Suez, Estuve el
Jerusalén y luego me fuí a Damasco
“rucé el Líbano. Embarqué en el puertc
le Beyrut. Fuí a Atenas, Esmima, Cons
antinopla, y de allí a Nápoles, y de Ná
les a París. Total, dos meses y veint:
lías, que se me fueron volando. .
— Los que volaron fueron los “cana
los”... — dice Emilio Ratti,
— Nunca mejor empleados — replics
Jésar, — El dinero — agrega — se ha
2echo para tres cosas: para ganarlo y
sastarlo en viajes y en relojes...
— Con razón dicen por ahí que a su
"uelta de Europa quiso usted comprar
1 Trust Joyero Relojero...
— Lo que hice fué vender las acciones
¡ue tenía, que es muy distinto, Pero de-
e que la gente diga. Peor sería que me
:reyeran en la palmera. Con el dinero
:ucede lo que con la gracia: lo de menos
25 tenerla; lo que importa es que los
Temás crean que uno la tiene,
— Hay mucha gente que cree que us
ted posee las: dos cosas.
— Eso me conviene, Y con que crean
:n Una, me basta. La fe es capaz de to.
Jo: hasta de llenar un teatro de públicc
durante toda la temporada, sin necesi-
dad de cambiar el cartel,
El traspunté llega para pedir order
de empezar la función. César Ratti le
pregunta la hora, y al controlarla con su
cronómetro-cronógrafo, advierte a st
empleado: -
— Tu reloj atrasa dos minutos, y eso
no te conviene. Te recomiendo que lo
cambies. El hombre que lleva el relo:
— no adelantará mucho en la
vida...
S
N
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El metabolismo deficiente, causa
comun del acumulamiento de
grasas, es un grave peligro
para su salud y felicidad.
Corrija el defecto cof tabletas
Kissinga. Contienen la sal.de
Kissingen, célebre para adelga-
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