Full text: T. 26.1921,104 (19210026104)

DILUCIDACIONES MÉTRICAS 
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En las transcriptas afirmaciones ¿habrá error, ignorancia o 
mala fe? ¡Cualquiera lo averigua! Tal vez partan los adjudica 
tarios de la invención del soneto dodecasílabo a Rueda del testi 
monio insistente del propio poeta. Rueda, con todo, tiene que con 
venir en una de las dos proposiciones siguientes: o él no leyó 
Azul... antes de componer Bailadora, o lo leyó y no comprendió a 
Darío en Salvador Díaz Mirón y Walt Whitman. No es factible 
lo primero, porque se inexplicaría semejante desvío hacia Rubén 
cuando, al decir de González-Blanco, Rueda fué introductor y Me 
cenas editorial de aquél en Madrid, hacia 1892, cuando sigue opi 
nando Blanco—del nicaragüense huían en la Corte como de un 
apestado. 
Cortón y O'Leary testifican que Rueda es el inventor del soneto 
dodecasílabo; Sánchez de Fuentes lo da a comprender; González- 
Blanco lo declara con exageración y especiosidad; Rueda mismo, 
en su repetida nota, no le va en zaga. Más aún, es corolario de 
las notas explicativas de Salvador Rueda que a él se debe el ha 
llazgo del dodecasílabo de seguidilla, con elementos de 7 y 5 sí 
labas, deducido de “nuestra popular seguidilla sevillana”. Ya he 
mos visto que el metro estaba creado antes de Rueda; y que, lejos 
de padecer ataxia, marchaba—y marcha—Icon la firmeza de un 
caballero andante de la Victoria... 
Mientras, de una parte, el comentador de Rueda escribe que a 
éste se debe la invención, la implantación del soneto dodecasilá- 
bico, siendo el primero que oyeron oídos españoles, de otra, el 
inventor en persona confiesa que es Bailadora el primero “que 
se escribió en España”. Se ha querido, con esto, emitir un juicio 
oracular. Ni así, pueden prevalecer esas declaraciones. Los 
oídos españoles de Rueda—cuando menos—ya habían escuchado 
la “música nueva” de los dos sonetos dodecasílabos de Rubén Darío 
y la de los tres de Julián del Casal, compañero, éste último tam 
bién, de Salvador Rueda en Madrid, quien “se le asemejaba mucho 
en las aficiones” al cubano. 
Glosado y glosador deben convencerse de que al primero—Sal 
vador Rueda—no le debe nada en absoluto “la evolución histórica 
del soneto” como iniciativa. En cuanto al de molde alejandrino, 
ya he hablado. Con referencia al de corte clásico, habló con au 
toridad Francisco Contreras:
	        
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