DILUCIDACIONES MÉTRICAS
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En las transcriptas afirmaciones ¿habrá error, ignorancia o
mala fe? ¡Cualquiera lo averigua! Tal vez partan los adjudica
tarios de la invención del soneto dodecasílabo a Rueda del testi
monio insistente del propio poeta. Rueda, con todo, tiene que con
venir en una de las dos proposiciones siguientes: o él no leyó
Azul... antes de componer Bailadora, o lo leyó y no comprendió a
Darío en Salvador Díaz Mirón y Walt Whitman. No es factible
lo primero, porque se inexplicaría semejante desvío hacia Rubén
cuando, al decir de González-Blanco, Rueda fué introductor y Me
cenas editorial de aquél en Madrid, hacia 1892, cuando sigue opi
nando Blanco—del nicaragüense huían en la Corte como de un
apestado.
Cortón y O'Leary testifican que Rueda es el inventor del soneto
dodecasílabo; Sánchez de Fuentes lo da a comprender; González-
Blanco lo declara con exageración y especiosidad; Rueda mismo,
en su repetida nota, no le va en zaga. Más aún, es corolario de
las notas explicativas de Salvador Rueda que a él se debe el ha
llazgo del dodecasílabo de seguidilla, con elementos de 7 y 5 sí
labas, deducido de “nuestra popular seguidilla sevillana”. Ya he
mos visto que el metro estaba creado antes de Rueda; y que, lejos
de padecer ataxia, marchaba—y marcha—Icon la firmeza de un
caballero andante de la Victoria...
Mientras, de una parte, el comentador de Rueda escribe que a
éste se debe la invención, la implantación del soneto dodecasilá-
bico, siendo el primero que oyeron oídos españoles, de otra, el
inventor en persona confiesa que es Bailadora el primero “que
se escribió en España”. Se ha querido, con esto, emitir un juicio
oracular. Ni así, pueden prevalecer esas declaraciones. Los
oídos españoles de Rueda—cuando menos—ya habían escuchado
la “música nueva” de los dos sonetos dodecasílabos de Rubén Darío
y la de los tres de Julián del Casal, compañero, éste último tam
bién, de Salvador Rueda en Madrid, quien “se le asemejaba mucho
en las aficiones” al cubano.
Glosado y glosador deben convencerse de que al primero—Sal
vador Rueda—no le debe nada en absoluto “la evolución histórica
del soneto” como iniciativa. En cuanto al de molde alejandrino,
ya he hablado. Con referencia al de corte clásico, habló con au
toridad Francisco Contreras: