DILUCIDACIONES MÉTRICAS
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teoría, haríamos de un alejandrino, no dos hemistiquios, como en
los añejos, sino catorce, a sílaba por hemistiquio. Si en alguna
parte coincidió Rueda con Mallarmé, ahora dice que Kahn le disputa
a Laforgue “la puerilidad” de eso de las sílabas de más o de
menos. Ante la doctrina silábica de Rueda, de Rueda autor de
El ritmo, lo primero que se le ocurre a uno preguntar es: ¿y el
ritmo?
Disconviene, por tanto, que, estudiando precisamente Prosas
profanas, José Enrique Rodó, refiriéndose a El ritmo, escribiera que
a los poetas de América tocaba "ensayar la no bien bosquejada
empresa de reforma”. ¿Y la polifonía de Prosas profanas? ¿Cuándo
las trompetas del órgano de Salvador Rueda resonaron como las
flautas panidas del poeta de la Salutación del optimista?
No tienen, las de Prosas profanas, “las sonoridades ensordece
doras y gárrulas a que tan aficionados son los oídos plebeyos y
bereberes de Salvador Rueda... ”, según las palabras de Francisco
Villaespesa.
Toda la revolución de Rueda estriba en haberle dado mayor
amplitud usual a cierto número de formas populares de la poesía
española, formas que han venido incubándose desde los balbuceos
de la misma poesía. El octosílabo, la copla, el ovillejo, el villan
cico, son la fuente de esos ritmos. Las formas populares más
modernas, la sevillana, la seguidilla en sus varios modos, arrancan
de aquellas antiguas canciones y de sus metros. El siglo de oro
no los desdeñó; “la influencia francesa” los mantuvo; el siglo XIX
los conserva: Ventura Ruiz Aguilera, Bécquer, Zorrilla, José M”
Gabriel y Galán, Vicente Medina, se han aprovechado gallarda
mente de esos elementos para su poesía. Salvador Rueda no hizo
más que pisar las huellas de ellos, principalmente de los dos úl
timos citados, al saber de la boga que alcanzaban los cantos re
gionales de éstos. Nótese que mucho después de “ser famoso”
fué que Rueda se entregó con desenfreno a vaciar su poesía en
moldes populares. Al elemento cuadrasílabo del pie quebrado de
la copla, a la seguidilla y al cantar gitano, se lo debe todo:
Cuando yo me muera
no quiero responsos,
ni el agua bendita que sobre el cadáver
echan en el hoyo...
José de Arpe, Cantar gitano.