Full text: T. 26.1921,104 (19210026104)

DILUCIDACIONES MÉTRICAS 
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teoría, haríamos de un alejandrino, no dos hemistiquios, como en 
los añejos, sino catorce, a sílaba por hemistiquio. Si en alguna 
parte coincidió Rueda con Mallarmé, ahora dice que Kahn le disputa 
a Laforgue “la puerilidad” de eso de las sílabas de más o de 
menos. Ante la doctrina silábica de Rueda, de Rueda autor de 
El ritmo, lo primero que se le ocurre a uno preguntar es: ¿y el 
ritmo? 
Disconviene, por tanto, que, estudiando precisamente Prosas 
profanas, José Enrique Rodó, refiriéndose a El ritmo, escribiera que 
a los poetas de América tocaba "ensayar la no bien bosquejada 
empresa de reforma”. ¿Y la polifonía de Prosas profanas? ¿Cuándo 
las trompetas del órgano de Salvador Rueda resonaron como las 
flautas panidas del poeta de la Salutación del optimista? 
No tienen, las de Prosas profanas, “las sonoridades ensordece 
doras y gárrulas a que tan aficionados son los oídos plebeyos y 
bereberes de Salvador Rueda... ”, según las palabras de Francisco 
Villaespesa. 
Toda la revolución de Rueda estriba en haberle dado mayor 
amplitud usual a cierto número de formas populares de la poesía 
española, formas que han venido incubándose desde los balbuceos 
de la misma poesía. El octosílabo, la copla, el ovillejo, el villan 
cico, son la fuente de esos ritmos. Las formas populares más 
modernas, la sevillana, la seguidilla en sus varios modos, arrancan 
de aquellas antiguas canciones y de sus metros. El siglo de oro 
no los desdeñó; “la influencia francesa” los mantuvo; el siglo XIX 
los conserva: Ventura Ruiz Aguilera, Bécquer, Zorrilla, José M” 
Gabriel y Galán, Vicente Medina, se han aprovechado gallarda 
mente de esos elementos para su poesía. Salvador Rueda no hizo 
más que pisar las huellas de ellos, principalmente de los dos úl 
timos citados, al saber de la boga que alcanzaban los cantos re 
gionales de éstos. Nótese que mucho después de “ser famoso” 
fué que Rueda se entregó con desenfreno a vaciar su poesía en 
moldes populares. Al elemento cuadrasílabo del pie quebrado de 
la copla, a la seguidilla y al cantar gitano, se lo debe todo: 
Cuando yo me muera 
no quiero responsos, 
ni el agua bendita que sobre el cadáver 
echan en el hoyo... 
José de Arpe, Cantar gitano.
	        
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