el japón: historia política del imperio
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imperialistas de que bien pronto sería suyo el poder, le conquistó,
desde luego, el apoyo decidido de la inmensa mayoría de la
Nación.
Hubo sangrientas batallas, porque las tropas imperiales, que
contaban con el número, carecían en cambio de organización; y
los daimios pudieron oponer la pericia y el fanatismo de sus sa
murais al entusiasmo inexperto e imprudente de los soldados de
Ito. Pero venció al fin la fuerza incontrastable de los números,
la resistencia de los señores quedó totalmente aplastada, y un
decreto imperial de 29 de agosto de 1871 consagró la desaparición
del antiguo régimen, declarando abolidos todos los privilegios
feudales.
Las reformas.
Conquistado por el Emperador el poder absoluto, éste parece
olvidar por algún tiempo sus promesas.
¿Se irá a repetir en el Japón la historia lamentable de todos
los despotismos de Occidente? Falsas promesas hechas a rega
ñadientes por los gobernantes temblorosos ante las multitudes exi
gentes; bárbaras y sangrientas represiones cuando por acaso los
monarcas alcanzan durante un período, siempre transitorio, la
fuerza necesaria; venganzas salvajes de las turbas cuando logran
al fin conquistar el poder: el terror arriba, abajo la anarquía; y
como resultado de la lucha entre esas dos tendencias, transiciones
bruscas, radicales e inestables, enlutando durante un capítulo largo
y sombrío las páginas de la historia de los pueblos. Tal ha sido
el proceso doloroso por el que han pasado las naciones de Oc
cidente; ¿será así también en el Japón?
La idea constitucionalista no había sido desechada por el pue
blo, y en 1874 el señor Itagaki, junto con otros varios personajes
conocidos, presentó al Gobierno una memoria en la cual, a tenor
de lo prometido en el Juramento de los Cinco Artículos, exponía
la necesidad de crear un parlamento que interpretara y represen
tara la opinión pública en relación con los asuntos de interés ge
neral. Su proposición fué rechazada y una rigurosísima ley de
imprenta, destinada a amordazar la prensa, fué puesta en vigor
en 1875.