Full text: T. 27.1921,107 (19210027107)

PI Y MARGALL Y LA INDEPENDENCIA CUBANA 
Ü21 
El Gobierno provisional de Cuba radicado en Nueva York, por 
boca de Don Tomás Estrada Palma, rechazó el ofrecimiento de 
amplia autonomía que le hizo el gobierno español, por mediación 
de Rafael Gasset de El Imparcial. Estrada Palma dijo que 
ningún patriota cubano podía aceptar la autonomía; que los cubanos 
habrían de obtener la independencia por las armas; y que estaban se 
guros de que, aun cuando España ofreciese ia autonomía, después no 
cumpliría su palabra. 
Al conocer Pi y Margall esta contestación escribió: 
Así las cosas, opino que debemos resignarnos a perder la Isla. 
Perdida para nosotros está hace tiempo, a los ojos de las demás na 
ciones... Estoy decididamente por la independencia de Cuba. La 
aconsejan a la vez el derecho y la salud de la patria. 
Con igual entereza de palabra y de concepto advirtió a los 
gobernantes y a la opinión conturbada, de la locura que iban a 
cometer, al disponerse a declarar la guerra contra los Estados 
Unidos. Él conocía la desigualdad enorme que, en todos los ór 
denes, mediaba entre España y Norte América, cuyo elogio hizo 
antes y después de aquella guerra (2). La insensatez de los oli 
garcas españoles enfrente de la torpe aventura iniciadora del de 
sastre colonial de España, inspiró a Pi reflexiones e imprecaciones 
inolvidables. 
Emonces, como nunca, necesitó Pi de toda su entereza y se 
renidad de carácter, para batirse con la opinión española, em 
briagada de fermento belicoso contra el pueblo norteamericano. 
Los Estados Unidos—decía—son poderosos; España, pobre y débil. 
Tendrán ellos el campo de acción casi a la puerta; nosotros a la distancia 
de 1,200 leguas. Hallarán ellos auxiliares en los cubanos insurrectos; 
nosotros, enemigos. Encontrarán ellos, en Inglaterra, un más o menos 
disimulado apoyo; en nación alguna nosotros, para quienes no han 
tenido las de Europa sino estériles oficios. 
(2) Con igual sinceridad, como se verá en el Apéndice, expresó 
decepción por la política norteamericana, al observar los propósitos 
Me Kinley contra Puerto Rico y Filipinas. 
Pi y Margall su 
imperialistas de
	        
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