Full text: T. 27.1921,107 (19210027107)

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CUBA CONTEMPORÁNEA 
porque inspirado ío es, y en alto grado, no nos abruma con el to 
rrente oratorio (malamente llamado inspiración), a que nos tienen 
acostumbrados los bardos del trópico. Su sensualismo “in puris 
naturalibus” (de que su reciente producción, todavía inédita, nos 
da muestra patente) es vigoroso, de hombre en plena eflorescencia, 
en continuo dar y tomar, por lo cual, lejos de hacerse repugnante, 
se torna amable, deleitoso, como el sensualismo de Swinburne, ese 
Swinburne nunca suficientemente citado. A veces, especialmente 
en sus primeras producciones, cuando aún creía en Oscar Wilde. 
Torres Rioseco incurre en satanismos de poeta maldito; sin embargo, 
¡cuánto más suyo es este erotismo de hoy, de mozo sano de las 
montañas chilenas! Si examinamos su producción completa, ha 
llaremos que, a fuer de humano, no pudo desentenderse a veces 
de lecturas predilectas, pero éstas pierden luego su imperio, siendo 
desalojadas después de dos o tres ensayos felices por la fuerte 
originalidad del poeta, irreducible a clisés de ninguna clase. Así, 
mientras residió en Chile, no pudo resistir al fácil tagorismo que 
por allá es rey y señor, ¡como si nosotros, país de rotos, fuéramos 
de idéntica contextura que el evaporadizo poeta de la India! Du 
rante su primer año en los Estados Unidos, recién hecho su cono 
cimiento de Walt Whitman, Torres Rioseco “whitmanió” su poco; 
pero muy pronto recuperó su “yo”, como lo demuestran Cynthia, 
los Sonetos de la Vida, Hospitales, De las Ciudades, Romance de la 
Aldeana, El Poeta y el Pastor, etc., etc. (7) 
Su musa es varia, y varios son lo modos suyos, ya soneto, ya 
alejandrino pareado (semejanza a este respecto entre Cynthia y 
Santificado Sea de Capdevila), ya romance (en los cuales por ca 
pricho de erudito hasta usa castellano antiguo), ya verso libre 
(aunque muy raramente), ya verso de nueve (a la manera de 
Darío), verso de once y siete libremente rimado, et sic de ceteris. 
Es digna de hacerse notar su afición a la rima y su uso de ritmos 
consagrados. No quiere malgastarse en ser un reformador formal, 
no escapándosele quizás que no es el inventor de una nueva forma, 
sino su perfeccionador, quien se lleva las palmas de la victoria. 
(7) Debo hacer hincapié en que Siglo Veinte, a pesar de que el tema y la férrea 
fortaleza ideológica pudieran hacerlo creer, nada tiene de whitmaniano. Torres Rioseco 
canta aquí con una voz muy diversa de la del cíclope de Camden. En verdad, no es el 
tema, sino el tratamiento del tema, lo que hace toda la diferencia entre un poeta y otro.
	        
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