NOTAS EDITORIALES
MÉXICO Y CUBA
La República de México ha conmemorado en el mes de sep
tiembre último el primer centenario de la consumación de su
independencia, sancionada por los Tratados de Córdoba que, en 24
de agosto de 1821, firmaron, en dicha ciudad el Generalísimo
Agustín Iturbide y el Virrey Don Juan O’Donojú, los cuales pu
sieron término a la cruenta lucha que durante once años conse
cutivos sostuvo por su independencia el heroico pueblo azteca, y
a los que siguió la entrada victoriosa del Ejército Trigarante en
la capital de la República, el 27 de septiembre del citado- año. Y
el Ayuntamiento de México, dando una prueba de simpatía a nues
tra patria, reveladora al propio tiempo de un sentimiento de con
fraternidad iníeramericana, con motivo de la celebración del cen
tenario, ha puesto el nombre de República de Cuba a una de las
más importantes avenidas de aquella gran capital.
El Ayuntamiento de La Habana, que tan pródigo se ha mostrado
en estos últimos tiempos en cuanto a la variación de los nombres
de nuestras principales calles, sustituyendo muchas de las antiguas
denominaciones por los nombres de individuos—algunos de ellos
vivos todavía—cuyos merecimientos no siempre han estado a la
altura del homenaje rendido, el cual debiera estar reservado ex
clusivamente a los verdaderos proceres, después de su falleci
miento, se halla en el deber de corresponder a la amistosa actitud
del Ayuntamiento de la capital de México, acordando sin demora
que se dé el nombre de esta República a una de las principales
avenidas de La Habana: la calle 23 o la 17, por ejemplo, del
Vedado; o bien la amplia vía que conduce a la populosa barriada
del Cerro y que lleva este nombre.
No sólo un deber de correspondencia oficial, casi imperativo
en casos como éste, sino un sentimiento de profunda gratitud a
la que fué tierra generosa y hospitalaria para los cubanos emi
grados durante nuestras luchas por la independencia, debiera ins
pirar el homenaje que ha de rendir nuestra República a la patria