Full text: T. 27.1921,108 (19210027108)

PI Y MARGALL Y LA INDEPENDENCIA CUBANA 
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mente político: el concepto de autonomía, sobre el cual se funda 
menta el sistema federativo explicado y propagado por Pi y Mar- 
gall. En Cataluña, sobre todo, el sistema de Pi obtuvo trascen 
dencia más considerable. Las ideas políticas de Pi, definidas en 
varios escritos y expuestas formalmente en La Reacción y la Re 
volución, coincidieron con la resturación literaria catalana, avivaron 
el impulso protestatario del despertar catalán y determinaron, por 
ende, la organización del Catalanismo político, disidencia del Fe 
deralismo español patrocinada por Valentín Almirall, cuyo parti 
cularismo difiere de las doctrinas de Pi solamente en la afirmación 
de que Cataluña no necesita esperar a la reorganización adminis 
trativa de todas las regiones españolas para tener derecho a re 
clamar y a que le sea, no concedida, sino reconocida, la propia 
autonomía. 
Este particularismo de Almirall—aun hoy tenido por egoísta y 
antiespañol—■, no era, en el fondo, más que el convencimiento 
fundadísimo de que la aplicación del principio del Pacto no es 
posible entre el mayor número de las regiones españolas, mientras 
la desigualdad de preparación y de cultura media, entre ellas, di 
ficulte la mutua inteligencia, la compenetración y el respeto recí 
procos con todas y cada una de las mismas. 
Por esta razón, Almirall hizo del Catalanismo una disidencia 
política de los ideales federalistas; y sin renegar de esos ideales, 
antes bien reafirmándolos, trabajó por el desarrollo y aplicación 
de los mismos a Cataluña, respondiendo a las necesidades inte 
riores, a las aspiraciones y a la preparación de ella para asumir el 
gobierno autonómico, sin tener que acomodar esa organización al 
procedimiento en cierto modo igualitario o uniformista de la reor 
ganización teórica de todas las regiones españolas; y sin necesidad 
dd esperar a que el reconocimiento de la personalidad autonómica 
de Cataluña hubiese de depender del reconocimiento simultáneo 
de la autonomía a las otras regiones peninsulares, ni a la for- 
malización, entre ellas, del pacto federalista. 
A las campañas de Almirall, primero, y a todas las campañas 
sucesivas del Catalanismo evolutivo, se les ha dado una significa 
ción exclusivamente mal juzgada, que el mismo Pi y Margall, en 
los últimos años de su preclara existencia, se consideró obligado 
a aclarar, en obsequio y defensa entusiásticos del actual naciona-
	        
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