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CUBA CONTEMPORÁNEA
lismo catalán (más radical y particularista, aún, que el Catala
nismo de Almirall). Y que no se contradicen las aspiraciones ca
talanas con los principios federalistas, lo demostró Pi y Margall en
muchas ocasiones, justificando las demandas autonómicas de los
Diputados y de las fuerzas vivas de Cataluña.
Especialmente después de su último viaje, para presidir los
Juegos Florales de Barcelona, el mismo año de su llorada muerte,
en artículo titulado Los Catalanistas y los Federales, publicado el
15 de junio en El Nuevo Régimen, declaró que unos y otros no
podían de ninguna manera mirarse como enemigos, sino tratarse
y estimarse como afines.
La razón, la moral y la política—dijo—aconsejan a los federales que
vivamos con los catalanistas en buenas relaciones, y juntos vayamos a la
destrucción del unitarismo que todos aborrecemos. Juntos iremos, sin
pactos, a la disolución de un régimen que nos envilece, sin que por eso
perdamos ni un ápice de nuestra libertad en defensa de nuestro programa.
En el mismo artículo decía también:
¿Quiénes son los que miran con malos ojos que nos acerquemos?
Principalmente los iracundos unitarios, que, no pudiendo disimular su
enojo al vernos en el mes de mayo cordialmente recibidos por los cata
lanistas, nos calificaron poco menos que de traidores a la patria. No
han podido soportar con paciencia que nuevos hombres y nuevos par
tidos hayan dado al espíritu federal de Cataluña, aliento y coraje; y|
contra ellos y contra nosotros han extremado sus ataques.
En 24 de agosto del mismo año, discurriendo sobre igual tema,
afirmaba:
No es exacto que los catalanistas quieran la autonomía tan sólo para
Cataluña; no lo es tampoco que no sean demócratas. En las Cortes,
ante la nación (4) han declarado que quieren autónomas todas las re
giones de la Península; y consideran como el más precioso de los dones,
la libertad en todos los órdenes de la vida. Quieren, al igual que nos
otros, la libertad del pensamiento y de la conciencia.. .no comprendemos,
(4) Pi y Margall empleaba a menudo la palabra “Nación” como sinónima de “Es
tado”. El autor de Las Nacionalidades no confundía, como otros publicistas, los dos
conceptos, sino para mejor Inteligencia del mayor número de sus lectores.