Full text: T. 27.1921,108 (19210027108)

ESCRITORES JÓVENES DE CUBA 
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de aquella revista fundó El Cuento, selección semanal de cuentos 
que murió al hacerse cargo Varona de la dirección de Universal. 
Con Las piedras de jadea se inicia verdaderamente la carrera 
teatral de Varona. En 1915 apareció en volumen, antes de su 
estreno en el teatro de la Comedia. El mismo autor da en Universal, 
agosto de 1918, esta noticia de la impresión de su obra: 
Mi primogénita, acaso por lo mismo la más amada, Las piedras da 
Judea, estuvo a punto de caer en la inclusa de lo inédito, a no ser por 
la bondad de un benefactor de las letras patrias, el ilustre don Rafael 
Fernández de Castro, quien, con un desprendimiento que hizo más en- 
comiable su espontaneidad, la prohijó, lanzándola a los vientos de la 
publicidad. Tal vez si a este estímulo se debe mi labor posterior y 
el que ocupe hoy un puesto—humilde, pero un puesto al cabo—i, entre 
los literatos de nuestra República. 
El camino se va haciendo más fácil. Relativamente, es cierto; 
porque en nuestro país no se conoce todavía la victoria literaria 
que proporciona riquezas. Varona forma parte de la Sociedad 
Teatro Cubano, ha visto estrenadas sus obras en distintas escenas 
de La Habana y de importantes poblaciones de la República, a 
donde las llevó una compañía que dirigió el artista cubano Manuel 
Bandera; es un autor, en fin, que ocupa su puesto en la literatura 
nacional; un autor de nueve obras teatrales representadas y aplau 
didas. 
* 
Es necesario examinar nuestra conducta, y modificarla, si tiene 
aspectos reprensibles. En lo social, los prejuicios, las tradiciones, 
los absurdos, se imponen y vencen a la razón con sus argumentos 
inatacables, con sus terribles y rudos manotazos. El pasado impera 
poderoso. El presente sólo en lo exterior ha logrado algunos triun 
fos, y prepara al porvenir un terreno en que no podrá vencer plena 
y definitivamente. Es preciso facilitar esa tarea de adaptación, 
de progreso, de victoria. El amor ha de ser recíproco entre el 
hombre y la mujer; nada de uniones impuestas, de matrimonios 
anormales, de parodias indignas. La derrota será el castigo de los 
que quieran aherrojar a la juventud e imponerle un yugo repug 
nante, como en Las piedras de Judea. Y también lo será de todo 
aquel que pretenda desunir con torpes fines a dos amantes, como
	        
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