Full text: T. 28.1922,109 (19220028109)

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CUBA CONTEMPORÁNEA 
período revolucionario: nadie sabe aún a punto fijo qué es lo que 
deben aprender las mujeres. Y ello es porque se insiste aún en 
la idea de que algo deben ignorar, convencionalmente al menos. 
El eterno error de cuidar como productos exclusivos del conoci 
miento y de la educación lo que es de la íntima naturaleza del ser 
humano: su prístina inocencia, su ingenuidad, las cualidades y los 
atributos de su edad y su sexo. 
Al feminismo en Cuba, por lo tanto, es irracional pedirle un 
idearium y un programa definido. Lo importante es sacar a la 
mujer de su indiferencia e ignorancia de hoy. En ese empeño, 
las mujeres cubanas capaces de haberlo iniciado merecen todo 
nuestro apoyo. Inducir a nuestras mujeres, a nuestras hijas, a 
formar parte en la legión honrosa es—a mi modesto entender—uno 
de los medios más prácticos de hacer bueno, nosotros los hombres, 
ese apoyo. 
Y no sólo en la tribuna, sino en la casa, en el corrillo de amigos, 
dondequiera, continuar la propaganda de esclarecimiento, de infor 
mación, de exposición de la verdadera naturaleza, indestructible, 
de esta idea. “Encerradas bajo la custodia de los hombres—decían 
las leyes de Manú—las mujeres no están bien seguras. Lo están 
mejor aquellas que se guardan a sí mismas por su voluntad.” 
Y aquellas que so pretexto de acudir al club o a la escuela 
encaminen sus pasos a otra parte, aquellas que tomen el hábito de 
leer sólo para devorar novelas eróticas, o el de ir al teatro sólo 
para soñar con un nuevo amor todas las noches, esas, desengá 
ñense los padres y maridos, sin el club, sin el libro ni el teatro, 
pecarán. 
La mujer verdaderamente responsable de sus actos, además, y 
apta para ganarse la vida trabajando, aunque la fatalidad de un 
mal momento le cierre para siempre las puertas de su hogar, no 
cae por ello fuera de la sociedad, en la sentina del vicio. Sabe 
luchar y resistir, conserva sus hábitos decentes—que son el ver 
dadero honor—, trabaja y se hace útil dondequiera que esté. Y 
tarde o temprano se impone de nuevo al respeto y la consideración 
de todos. 
Son las otras, que nosotros caemos constantemente en el error 
de tomar por modelos para nuestras novias y nuestras hijas, las 
que más indefensas andan por la vida: las ingenuas, las infelices,
	        
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