Full text: T. 28.1922,109 (19220028109)

CON EL ESLABÓN 
Según Cicerón, los antiguos romanos, los muy antiguos, lla 
maron al dictador magistrum populi, lo que me complazco en tra 
ducir, maestro del pueblo. Pues en lo antiguo y en lo menos an 
tiguo y en lo moderno y en lo contemporáneo, el sumo imperante 
sigue siendo el maestro sumo. Por supuesto, ni la cartilla ni la 
lección han variado. 
* 
Nos burlamos del niño que levanta pacientemente su castillito 
de naipes, sólo para derribarlo. Pues este gran arquitecto, la vida, 
con igual paciencia va construyendo su castillito, el hombre; aquí 
le añade, allá lo redondea, lo artilla, lo ciñe de defensas; y luego, 
con no menor tenacidad lo va derruyendo piedra a piedra. 
* 
Para Erasmo, en su tiempo las paredes de las escuelas sudaban 
teología; en nuestro tiempo sudan pedagogía. Amables pedagogos, 
contemplad lo poco que se rezumó de aquel sudor en los cerebros 
de ios alumnos. 
* 
El hombre deifica su propia ignorancia. Cuando llueven sobre 
él, como apretada pedrisca, las calamidades que no ha sabido 
prever, ni podido evitar, sume la cabeza entre los hombros, y 
suspira acongojado: Es la voluntad de Dios. 
* 
Complacerme conmigo mismo, me aconseja la vieja sabiduría. 
¡Complacerme! Harto hago con tolerarme. 
* 
Las alimañas de vista más penetrante son el lince, el águila 
y el vecino. 
He 
¿Quieres mutilar el alma de tu hijo? Mándalo a una escuela 
de religiosos. ¿Se la quieres anquilosar? Mándalo a una escuela 
militarizada. 
He 
Me tengo por orgulloso, más no por vanidoso. ¿No será que 
mi vanidad trata de disfrazarse de orgullo? El manto de César 
sienta mejor que el capotillo de Arlequín.
	        
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