SENTIDO ECONÓMICO DE LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER
favor me esfuerzo. Quiero poner en guardia al que me escucha,
contra sí mismo, y advertirle que no puede, que no debe juzgarme
por lo que él entienda con mayor claridad, sacándolo como a ti
rones entre todo lo demás que no hubiere oído o entendido. Si
no soy bastante claro siempre, la culpa será mía. Impútenseme
confusión, oscuridad: todos los vicios y defectos. Pero ¡por Dios!
no se recoja una afirmación suelta cualquiera, o una frase, o una
nota sonora, para imputárseme como esencial y echar a un lado—
como cosa inservible o secundaria—todo lo demás.
Si se quiere una síntesis, allá voy con ella: soy feminista con
vencido. Creo en la posibilidad de cooperación de ambos sexos
en la vida social y política de Cuba. Pero sobre unas bases eco
nómico-sociales que no son las de hoy.
Vengo aquí a ayudar en su esfuerzo a estas admirables com
patriotas nuestras del “Club Femenino de Cuba”, porque creo
que es mi deber de convencido.
Y no me hago ilusiones. Sé que el feminismo en Cuba no
tiene todavía las raíces muy fuertes. Pero por ello mismo, pre
cisamente, me parecen necesarios e importantes estos actos de
propaganda, estas conferencias, discursos y palabras... Hojarasca,
dicen los que se llaman a sí mismos prácticos, porque jamás saben
ni pueden saber de otra cosa que aquella que hacen. Y yo acepto
el epíteto: hojarasca. Por las hojas respira el árbol, y su savia
circula, y la función clorofílica oxigena el aire que respiramos
nosotros. Por la hojarasca de estas palabras nuestras, señores
escépticos, el Club Femenino será un día árbol frondoso al amor
de cuya sombra irán quizá a encontrar consuelo vuestras hermanas
o vuestras hijas, felices hoy bajo vuestro cariño y protección:
¡quién sabe si caídas mañana en la miseria o la desgracia!...
Estudiando fríamente la cuestión: ¿quiénes son los enemigos
del feminismo en Cuba? Dejemos a un lado a los pobres de es
píritu que se echan a temblar por su honor a lo más mínimo, apre
hensivos ante el ridículo, como los hay aprehensivos ante la muerte,
y a quienes resulta hasta cruel pedir que dejen a sus mujeres e
hijas en una libertad que es su obsesión de enfermos: escalofrío
del tísico, el desvanecimiento del epiléptico, el latigazo del nefrí
tico... Los demás ya sabemos quiénes son: los que sonríen de
todo aquello que no entienden, que no ha ido a metérseles en la