Full text: T. 28.1922,109 (19220028109)

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CUBA CONTEMPORÁNEA 
La causa fundamental de mi retraimiento no consiste en los que 
brantos de la edad, pues me dejan entera mi devoción al bien público. 
Consiste en la aprehensión de mi espíritu conturbado, de que no logre 
yo ponerme a tono con las hondas preocupaciones de la conciencia cu 
bana en esta hora sombría. Ponerme a tono, desde luego, por la en 
tereza de mi palabra; pues a tono estoy en lo profundo de mi sen 
timiento. 
Reunidos se encuentran en este recinto cubanos insignes, amantes 
de su patria, celosos de su dignidad, obreros de su bienestar, g arda'- 
dores de su prestigio. A ellos me dirijo en primer término, para qi-e 
me ayuden a estudiar nuestra situación y a buscar y señalar su remedio. 
Y desp és, si mi voz alcanzare a tanto, a todos mis conciudadanos, tan 
interesados corno nosotros en medir los pe’igros de la patria. No es 
hora de dividirnos, sino de juntar hombro con hombro, e ir de frente y 
compactos a vencer los obstáculos que descubramos delante. 
Diez y siete años hace que, refiriéndome al entonces reciennacido ¡m- 
peria'ismo norteamericano, señalaba su carácter eminentemente econó 
mico en lo q'*e se refería a las re'aciones con los pueblos de su ve 
cindad; pe r o indicaba mis temores de que pudiera con el tiempo irse 
aproximando a! imperialismo político de la Gran Bretaña, vario en sus 
medios, idéntico en su acción y en sus fines. 
En este intervalo esos temores se han confirmado. La evolución del 
sentimiento nacional de los norteamericanos hacia la expansión por 
medio de la fuerza, sin Henar abiertamente a la conquista, se ha com- 
nletado; y hoy apelan sin rebozo a las armas para asentar su dominación 
política. Un sagaz escritor de su país acaba de expresar que en la 
actualidad priva una forma más peligrosa y sutil de intervención en 
P e'Mos extranjeros: la económica y financiera. Se necesita ampliar 
esta fórmula, para que se adapte bien a los procedimientos del neo 
imperialismo de los Estados Unidos. Los capitales van a la descu 
bierta; detrás avanzan sobre seguro los soldados. Grandes bancos 
norteamericanos han empezado por intervenir en las finanzas de Haití 
y Santo Domingo; pero detrás y a poco han acudido las fuerzas navales 
de su nación para aherrojar o suprimir el gobierno nativo. M. Dar- 
t.guenave se p’egó de antemano a las exigencias de Washington, y fué 
investido de la presidencia nominal de Haití; el señor Henríquez y 
Carvajal se oouso tranquila y resueltamente a ellas y fué arrojado por 
el extranjero de la presidencia de su nación. 
Como es natura!, el procedimiento no aparece idéntico en todas par 
tes. La intervención panameña difiere de la invasión mexicana. A 
Nicaragua no han ido las fuerzas de ocupación con la misma consigna 
con que han venido a Cuba. 
El proceso, doloroso para todo cubano previsor, de la paulatina in 
tervención del gobierno de Washington en nuestros asuntos interiores y 
paso a paso la ocupación por sus tropas de diversos puntos del terri-
	        
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