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CUBA CONTEMPORÁNEA
La causa fundamental de mi retraimiento no consiste en los que
brantos de la edad, pues me dejan entera mi devoción al bien público.
Consiste en la aprehensión de mi espíritu conturbado, de que no logre
yo ponerme a tono con las hondas preocupaciones de la conciencia cu
bana en esta hora sombría. Ponerme a tono, desde luego, por la en
tereza de mi palabra; pues a tono estoy en lo profundo de mi sen
timiento.
Reunidos se encuentran en este recinto cubanos insignes, amantes
de su patria, celosos de su dignidad, obreros de su bienestar, g arda'-
dores de su prestigio. A ellos me dirijo en primer término, para qi-e
me ayuden a estudiar nuestra situación y a buscar y señalar su remedio.
Y desp és, si mi voz alcanzare a tanto, a todos mis conciudadanos, tan
interesados corno nosotros en medir los pe’igros de la patria. No es
hora de dividirnos, sino de juntar hombro con hombro, e ir de frente y
compactos a vencer los obstáculos que descubramos delante.
Diez y siete años hace que, refiriéndome al entonces reciennacido ¡m-
peria'ismo norteamericano, señalaba su carácter eminentemente econó
mico en lo q'*e se refería a las re'aciones con los pueblos de su ve
cindad; pe r o indicaba mis temores de que pudiera con el tiempo irse
aproximando a! imperialismo político de la Gran Bretaña, vario en sus
medios, idéntico en su acción y en sus fines.
En este intervalo esos temores se han confirmado. La evolución del
sentimiento nacional de los norteamericanos hacia la expansión por
medio de la fuerza, sin Henar abiertamente a la conquista, se ha com-
nletado; y hoy apelan sin rebozo a las armas para asentar su dominación
política. Un sagaz escritor de su país acaba de expresar que en la
actualidad priva una forma más peligrosa y sutil de intervención en
P e'Mos extranjeros: la económica y financiera. Se necesita ampliar
esta fórmula, para que se adapte bien a los procedimientos del neo
imperialismo de los Estados Unidos. Los capitales van a la descu
bierta; detrás avanzan sobre seguro los soldados. Grandes bancos
norteamericanos han empezado por intervenir en las finanzas de Haití
y Santo Domingo; pero detrás y a poco han acudido las fuerzas navales
de su nación para aherrojar o suprimir el gobierno nativo. M. Dar-
t.guenave se p’egó de antemano a las exigencias de Washington, y fué
investido de la presidencia nominal de Haití; el señor Henríquez y
Carvajal se oouso tranquila y resueltamente a ellas y fué arrojado por
el extranjero de la presidencia de su nación.
Como es natura!, el procedimiento no aparece idéntico en todas par
tes. La intervención panameña difiere de la invasión mexicana. A
Nicaragua no han ido las fuerzas de ocupación con la misma consigna
con que han venido a Cuba.
El proceso, doloroso para todo cubano previsor, de la paulatina in
tervención del gobierno de Washington en nuestros asuntos interiores y
paso a paso la ocupación por sus tropas de diversos puntos del terri-