BUSTOS DOMINICANOS
JOSE NÚÑEZ DE CACERES
I
A Historia, entendida en su más fundamental sentido
comprobatorio, tiene para ello que basarse en fuentes
documentales de positiva autenticidad, en testimonios
coetáneos que permitan una exégesis amplia y lo más
satisfactoria posible. La tradición sirve muchas veces de base,
pero es indiscutible que, en la mayoría de las ocasiones, necesita
someterse a un proceso de depuración que ponga de relieve los
cambios y a veces sorprendentes transformaciones que sufre un
hecho tradicionalmente trasmitido. Pero cuando esa tradición se
halla en un todo conforme con testimonios escritos de la época o
período a que se refiere, toma entonces caracteres de verdad his
tórica digna de ser aprovechada por quien estudia o examina un
hecho controvertido con la aspiración de esclarecerlo de manera
más o menos definitiva. Para Berhein, el pensador alemán, la
tradición debe subordinarse a lo que llama el vestigio, esto es, el
hecho o las consecuencias de un hecho que aún subsiste. Acepta
la tradición, pero en él, siempre o casi siempre, ocupa un lugar
secundario por prestarse a equivocaciones de cierto género ca
paces de llevarnos a un concepto erróneo y hasta a todas luces
contradictorio con lo que real y positivamente puede calificarse
de verdad histórica.
(*) De su libro inédito Días sin sol, nos da esta nueva primicia nuestro corresponsal
en la República Dominicana, F. García Godoy, de quien anteriormente recibimos y tu
vimos el gusto de publicar otro valioso fragmento de la misma obra, titulado Aspectos del
Bergsonismo. Véase el número 93 (septiembre, 1920) de Cuba Cotemporánea.