Full text: T. 28.1922,112 (19220028112)

BIBLIOGRAFÍA 
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de ausencia. Estudió en Berlín, vivió en Moscou, en Petrogrado. En 
una provincia rusa conoció a Viera Nikolaievna, linda joven de diez y 
siete años. La madre de Viera temía los estragos de los libros de 
imaginación en el espíritu impresionable y volcánico de su hija, y le 
prohibió esas lecturas. Pablo Alexandrovich, en la época de su regreso, 
tenía ya cuarenta años. Relata a su mejor amigo las primeras impre 
siones de su llegada a la casa paterna, en la que todo ha cambiado, de 
la que han ido desapareciendo personas, animales y objetos, los perros 
de caza, los pajarillos amados, los árboles. El jardín ha crecido. Las 
avenidas de tilos son aún hermosas. Pablo Alexandrovich desea que 
nadie vaya a trastornar su calma, la serenidad de la vida en que des 
cansa su cuerpo, su alma de los locos años de juventud. 
Pero su tranquilidad es interrumpida. Un compañero de Univer 
sidad, Priimkov, que vive cerca, solicita de él que le visite su casa, en 
donde tiene como mujer a Viera Nikolaievna. Pabio había sido rehu 
sado hacía más de diez años, por la madre de Viera para marido de 
la joven. A! verla otra vez, la encuentra igual: menuda, linda, morena, 
con gran serenidad en los ojos y con una armonía maravillosa en el 
cuerpo y en los ademanes, con toda la juventud y la belleza de sus 
diez y siete años. Viera ha tenido tres hijos, pero sólo le queda una 
niña, a la que educa con la naturalidad con que ella fué educada por 
su madre. 
Pablo encontró en los armarios de su vieja casa libros seculares y 
modernos: una traducción manuscrita del Cándido, una gramática fran 
cesa de su bisabuela, de 1741, y la primera parte del Fausto. Y es la 
obra de Gœthe la que escoge para iniciar a Viera en el conocimiento 
de las emociones literarias. La lectura se efectuó ante el corto audi 
torio que formaban Viera, su marido y un viejo alemán, muy afeitado 
y pulido, preceptor de los hijos de un príncipe de las cercanías. Fausto 
fué para Viera un deslumbramiento. Se produjo en su interior la 
tempestad que había tenido la madre previsora. Después se establece 
entre ambos la costumbre de leer y comentar autores y libros, y en la 
intimidad literaria descubren afinidades mutuas que los van acercando. 
Pablo cuenta a su amigo las torturas que padece, y la serenidad y el 
dominio propio de Viera. Pablo piensa irse a la capital del imperio, 
como en una huida; pero no se mueve de su casa. Interrumpe dos 
años su epistolario, y al fin lo termina con la trágica relación de todo 
lo ocurrido durante ese largo silencio. Un día se apareció inopinada 
mente en casa de Viera. Ella estaba sola, leyendo el Fausto. Pidió 
a Pablo que leyera la escena donde Margarita pregunta a Fausto si 
cree en Dios. Y cuando terminó la lectura Viera dijo lentamente: 
—¿Qué ha hecho usted de mí? 
Después, con ímpetu, le confesó su amor por él y salió, cerrando 
tras sí la puerta. 
Se entrevistan una vez en la casita agreste en donde Pablo leyó
	        
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