BIBLIOGRAFÍA
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de ausencia. Estudió en Berlín, vivió en Moscou, en Petrogrado. En
una provincia rusa conoció a Viera Nikolaievna, linda joven de diez y
siete años. La madre de Viera temía los estragos de los libros de
imaginación en el espíritu impresionable y volcánico de su hija, y le
prohibió esas lecturas. Pablo Alexandrovich, en la época de su regreso,
tenía ya cuarenta años. Relata a su mejor amigo las primeras impre
siones de su llegada a la casa paterna, en la que todo ha cambiado, de
la que han ido desapareciendo personas, animales y objetos, los perros
de caza, los pajarillos amados, los árboles. El jardín ha crecido. Las
avenidas de tilos son aún hermosas. Pablo Alexandrovich desea que
nadie vaya a trastornar su calma, la serenidad de la vida en que des
cansa su cuerpo, su alma de los locos años de juventud.
Pero su tranquilidad es interrumpida. Un compañero de Univer
sidad, Priimkov, que vive cerca, solicita de él que le visite su casa, en
donde tiene como mujer a Viera Nikolaievna. Pabio había sido rehu
sado hacía más de diez años, por la madre de Viera para marido de
la joven. A! verla otra vez, la encuentra igual: menuda, linda, morena,
con gran serenidad en los ojos y con una armonía maravillosa en el
cuerpo y en los ademanes, con toda la juventud y la belleza de sus
diez y siete años. Viera ha tenido tres hijos, pero sólo le queda una
niña, a la que educa con la naturalidad con que ella fué educada por
su madre.
Pablo encontró en los armarios de su vieja casa libros seculares y
modernos: una traducción manuscrita del Cándido, una gramática fran
cesa de su bisabuela, de 1741, y la primera parte del Fausto. Y es la
obra de Gœthe la que escoge para iniciar a Viera en el conocimiento
de las emociones literarias. La lectura se efectuó ante el corto audi
torio que formaban Viera, su marido y un viejo alemán, muy afeitado
y pulido, preceptor de los hijos de un príncipe de las cercanías. Fausto
fué para Viera un deslumbramiento. Se produjo en su interior la
tempestad que había tenido la madre previsora. Después se establece
entre ambos la costumbre de leer y comentar autores y libros, y en la
intimidad literaria descubren afinidades mutuas que los van acercando.
Pablo cuenta a su amigo las torturas que padece, y la serenidad y el
dominio propio de Viera. Pablo piensa irse a la capital del imperio,
como en una huida; pero no se mueve de su casa. Interrumpe dos
años su epistolario, y al fin lo termina con la trágica relación de todo
lo ocurrido durante ese largo silencio. Un día se apareció inopinada
mente en casa de Viera. Ella estaba sola, leyendo el Fausto. Pidió
a Pablo que leyera la escena donde Margarita pregunta a Fausto si
cree en Dios. Y cuando terminó la lectura Viera dijo lentamente:
—¿Qué ha hecho usted de mí?
Después, con ímpetu, le confesó su amor por él y salió, cerrando
tras sí la puerta.
Se entrevistan una vez en la casita agreste en donde Pablo leyó