Full text: T. 29.1922,113 (19220029113)

JUAN MONTALVO 
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afables y cariñosos, cruzábanlos fugitivas llamaradas de la fogo- 
cidad interior de aquel espíritu”... 
Mas dejemos la pluma al mismo autor, quien nos da hecho su 
retrato en las siguientes donosas líneas: 
Mi cara no es para ir a mostrarla en Nueva York, aunque, en mi 
concepto, no soy zambo ni mulato. Fué mi padre inglés por la blan 
cura, español por la gallardía de su persona física y moral. Mi madre, 
de buena raza, señora de altas prendas. Pero quien hadas malas tiene 
en cuna, o las pierde tarde o nunca. Yo venero a Eduardo Jenner, y 
no puedo quejarme de que hubiese venido tarde al mundo ese bene 
factor del género humano: no es a culpa suya si la vacuna, por 
pasada, o porque el virus infernal hubiese hecho ya acto posesivo de 
mis venas, no produjo efecto chico ni grande. Esas brujas invisibles, 
Circes asquerosas que convierten a los hombres en monstruos, me 
echaron a devorar a sus canes; y dando gracias a Dios salí con vista 
e inteligencia de esa negra batalla: lo demás, todo se fué anticipada 
mente, para advertirme quizás que no olvidase mis despojos y fuese 
luego a buscarlos en la deliciosa posesión que llamamos sepultura. De 
teneos ¡oh no, no vayáis a discurrir que puedo entrar en docena con 
Scarron y Mirabeau: gracias al cielo y a mi madre, no quedé ni ciego, 
ni tuerto, ni remellado, ni picoso hasta no más, y quizá -por esto he 
perdido el ser un Milton, o un Camoens, o la mayor cabeza de Francia; 
pero el adorado blancor de la niñez, la disolución de rosas que corría 
debajo de la epidermis aterciopelada, se fueron, ay! se fueron, y harta 
falta me han hecho en mil trances de la vida. Desarrollado como un 
San Bartolomé, con esa piel ternísima, en la cual pudiera haberse im 
primido la sombra de un ave que pasara sobre mí, salga V. a devorar 
el sol en los arenales abrasados de esa como Libia que está ardiendo 
debajo de la línea equinoccial. No sería tarde para ser bello; mas esas 
virtudes del cuerpo ¿en dónde? prescritas son, y yo no sé cómo su 
plirlas. Consolémonos, oh hermanos en Esopo, con que no somos 
fruto de la horca, y con que a despecho de nuestra anti-gentileza no 
hemos sido tan cortos de ventura que no hayamos hecho verter lá 
grimas y perder juicios en este mundo loco, donde los bonitos se suelen 
quedar con un palmo de narices, mientras los picaros feos no acaban de 
hartarse de felicidad. Esopo he dicho: tuvo él acaso la estatura excelsa, 
con la cual ando yo prevaleciendo? esta cabeza que es una continua ex 
plosión de enormes anillos de azabache? estos ojos que se van como 
balas negras al corazón de mis enemigos, y como globos de fuego ce 
leste al de las mujeres amadas? Esta barba... aquí te quiero ver, 
escopeta: Dios en sus inescrutables designios dijo: A éste nada le 
gusta más que la barba; pues ha de vivir y morir sin ella: conténtese 
con lo que le he dado, y no se ahorre las gracias debidas a tan espon 
táneos favores. Gracias, eternamente os sean dadas, Señor: si para
	        
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