JUAN MONTALVO
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algunos cientos. La primera edición que publicó el autor había
desaparecido, y si alguna colección existía de esa obra buscada
con frenesí, dice el impresor, era en poder de personas que jamás
harían uso de ella como de original para un nuevo libro.
Penetrado de esa verdad—añade—un amigo nuestro y admirador
de Montalvo, puso a nuestra disposición una pequeñísima prensa de
cilindro, con una cantidad de tipos apenas suficiente para componer
muy pocas páginas; y como por fortuna poseíamos la colección com
pleta de la obra que reproducimos, arrimamos el hombro a esta labor,
aunque fuera con ánimo de contentarnos por de pronto, con la repro
ducción de los tres primeros números, los más difíciles de leerse por
su absoluta escasez. Puestos a la obra hemos podido imprimir todos,
aunque página por página, con la constancia y decisión que inspiran las
grandes afecciones.
Digna de aplauso ha sido esta labor del nuevo editor de El
Cosmopolita, que nos ha permitido el placer de su lectura y ha
salvado para la posteridad esta obra de arte.
Hay una nota al pie de la Advertencia que la precede, que
dice :
Esta publicación data de enero del 66 a enero del 69, interrumpida
muchas veces por inconvenientes de política que sobrevinieron a! au
tor.—N. E.
El libro consta de 657 páginas y contiene nueve números de
esa muy valiosa publicación, recopilados ahora en un volumen.
Desde las primeras líneas se nos presenta el polemista infa
tigable que es objeto de nuestro estudio y admiración. Lleno de
fe, escribe:
La tiranía también se acaba, sí, la tiranía también tiene su término,
y a veces suele ser el más corto de todos, según que dicen los pro
fetas: “Vi al impío fuerte, elevado como el cedro: pasé, y ya no le
vi; volví, y ya no lo encontré.” (19)
El Cosmopolita es para Yerovi, la personificación de Montalvo,
al punto que, juzga que Montalvo con El Cosmopolita bajo el
brazo, puede presentarse el día del juicio final ante el Ser Su
premo y decirle: “Este libro soy yo.”
(19) El Cosmopolita, pág. 3.