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CUBA CONTEMPORÁNEA
jeres en presencia de sus amigos, porque temen que ellos las conozcan
más que ellos mismos. Lo más avisado, lo más atinado es no traerlas
a colación y dejarlas sentaditas en casa; porque si los que las tienen
se ríen de los que no las tenemos, nosotros podemos reirnos de
ellos. (21 )
Al recibir estos duros palmetazos contestó Merchán que se
guiría contradiciendo a Montalvo; pero que también ahora lo haría
con circunspección, porque el crítico no tiene el derecho de inco-
modarse (deben tener la epidermis gruesa) ; y que escribiendo
para el público (ahora no olvidó que existía) así lo exigen las
reglas más triviales de la buena educación. (22)
A pesar de eso, Merchán había confesado que no podría es
cribir como Montalvo, aunque lo pretendiera; si bien añade: no
podemos, porque no lo hemos aprendido, y no lo hemos aprendido
porque creemos que eso no se debe aprender. (23)
Soñaba el ciego que veía, diríamos nosotros después de leer lo
anteriormente escrito. Como si fuera lo mismo hacer que decir,
y hablar a lo grande a escribir corrientemente. A ese lenguaje
majestuoso de Montalvo no le hemos encontrado parecido más
que en algún que otro trabajo de José Martí,—en el prólogo de
El Poema del Niágara, de Juan Antonio Pérez Bonalde, por ejem
plo (publicado en el volumen II de Martí Cuba, página 99, por
Gonzalo de Quesada, en La Habana, 1901)—; pero no es fácil cosa
de aprender, créannos el señor Merchán y demás críticos que pien
sen como él. En cambio, no cuesta ningún trabajo encontrar ver
daderas joyas en cualquier página de un libro de Juan Montalvo
abierto al azar.
En este mismo de El Cosmopolita, calificado por Yerovi de ■<#"-
“publicación monumental’’, encontramos a cada paso, como quien
dice, frases y conceptos como éstos:
Somos de parecer que el castigo de los grandes pecadores debe de
jarse a la Providencia, bien así como las leyes antiguas no imponían
pena ninguna al parricida, por cuanto les había parecido tan inhace
dero ese crimen y tan superior a todo castigo humano, que lo dejaron
sabiamente a Dios. (24)
(21) El Espectador, Vol. II, pág. 193.
(22) Cicerón. Artículo publicado en el tomo XI! del Repertorio Colombiano, entrega
de noviembre de 1836.
(23) Estudios Críticos, Rafael María Merchán, Madrid, 1916-1917, pág. 72.
(24) El Cosmopolita, pág. 5.