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CUBA CONTEMPORÁNEA
(30) Juan Valera, uno de ellos.
ington, menos ambicioso, pero menos magnánimo; más modesto, pero
menos elevado que Bolívar. Washington concluida su obra, acepta los
casi humildes presentes de sus compatriotas; Bolívar rehúsa los mi
llones ofrecidos por la nación peruana.
Su admiración por Simón Bolívar es extraordinaria:
Guerrero, escritor, orador, todo lo fué Bolívar y de primera línea.
¿En qué le cede a los grandes hombres de lo antiguo? En que es
menor con veinte siglos... ¿Qué será de Bolívar cuando sus hazañas,
pasando de gente en gente, autorizadas con el prestigio de los siglos,
lleguen a los que han de vivir de aquí a mil años?... Dentro de mil
años su figura será mayor y más resplandeciente que la de Julio César.
En Los banquetes de los filósofos, hace desfilar ante nuestra
vista, a todos aquellos grandes hombres que brillaron en el siglo
de Pericles; y nos muestra sus conocimientos profundos sobre la
filosofía de Sócrates y Platón. En este capítulo no hay nada que
no sea hermoso y bello. El Buscapié es, finalmente, el tratado úl
timo con que da cima a su gran obra; y se ha publicado también
como prólogo de la obra que dejó inédita, titulada Ensayo de imi
tación de un libro inimitable o Capítulos que se le olvidaron a
Cervantes.
Estos Capítulos fueron publicados en París por Besanzon, im
prenta de Pablo Jacquin, en 1895, y forman un hermoso volumen
de 433 páginas. Los Capítulos son sesenta y tienen este pensa
miento de Montalvo en la primera página: “El que no tiene algo
de Don Quijote no merece el aprecio ni el cariño de sus seme
jantes.”
Hay críticos (30) que consideran como un atrevimiento de
Montalvo el haber escrito esta obra, e imitar lo que él mismo juzga
inimitable; pero ya su autor anticipó modestamente la explicación
pintando su país nativo y diciendo que lo grandioso predispone a
los atrevimientos intelectuales. Describe así el Ecuador:
El espectáculo de las montañas que corren a lo largo del horizonte
y obscurecen la bóveda celeste haciendo sombra para arriba; los ne
vados estupendos que se levantan en la Cordillera, de trecho en trecho,
cual fortificaciones inquebrantables erigidas allí por el Omnipotente con-