LA INFERIORIDAD JURÍDICA DE LA MUJER 109
observada por muchos exploradores y viajeros. Ella, en primer
término, era el jefe de la familia; y como en aquellos estados
sociales el grupo total, fratria, clan o tribu, no era sino una pro
longación de la familia originaria, en la mujer radicaba la ver
dadera jefatura, y ella era la que determinaba en sus líneas ge
nerales toda la vida jurídica, la organización y el desenvolvimiento
de las rudimentarias instituciones que entonces existían.
De esta situación fué poco a poco saliendo la mujer, en virtud
de circunstancias muy difíciles de precisar con rigurosa exactitud,
pero que pueden apreciarse en conjunto por las consecuencias
producidas. En primer término, la causa preponderante debió ser
el reconocimiento de la paternidad. Cuando el hombre comprendió
la relación existente entre sus actos y el nacimiento de los hijos,
fenómeno que hasta entonces había escapado a su pensamiento,
y se reconoció padre, debió iniciarse una transformación en su
actitud respecto de sus relaciones con la mujer y en el orden de
su preponderancia política dentro de la sociedad. Parece, y estas
no son más que inferencias que se fundan en contados indicios,
únicos que se poseen para interpretar estos cambios sociales, pa
rece que, juntamente con esta evolución del despertar de la con
ciencia masculina, por el discernimiento de la paternidad, fueron
produciéndose en la sociedad otros hechos que contribuyeron a
la modificación de las relaciones establecidas hasta entonces entre
los individuos de uno y otro sexo, como son, por ejemplo, el ma
trimonio por rapto, que constituía al raptor en dueño absoluto de
la mujer raptada, y la aparición de los primeros grandes conquis
tadores, dominadores de pueblos, organizadores de muchedumbres
y acaparadores de grandes riquezas, como rebaños numerosos, o
considerables extensiones de terreno. Estos fenómenos, en relación
con el anterior, pudieron producir en la conciencia de los jefes,
de aquellos grandes conquistadores y poseedores de riquezas, el
deseo de trasmitir a su descendencia el poder conquistado y la
riqueza acumulada; y surgieron entonces los primeros fundadores
de las grandes dinastías, no en el orden político solamente, sino
en el orden económico, y se sucede en la Historia la época llamada
patriarcal, con sus majestuosos y soberanos cabezas de familia,
padres de una descendencia numerosa, dueños de inmensos rebaños
y propietarios de grandes extensiones de terreno. Este deseo de la