Full text: T. 29.1922,114 (19220029114)

LA INFERIORIDAD JURÍDICA DE LA MUJER 
121 
y la filosofía no responden sino con titubeos y con hipótesis. Toda 
religión, en cambio, contesta con afirmaciones categóricas. 
Por esto digo que para las conciencias religiosas los mandatos 
de su religión deben necesariamente ser considerados como abso 
lutamente imperativos; pero el gran error de las religiones, en el 
que han incurrido todas las que han existido en el mundo, ha 
consistido en no considerarse satisfechas con imperar en el espí 
ritu de sus creyentes, sino que todas han tratado de imponer sus 
creencias y las normas de conducta derivadas de ellas, a los demás 
seres humanos, unas veces por la compulsión política y cuando no 
les fué suficiente este recurso, a sangre y fuego. Este ha sido 
su error, porque una religión, así como es el instrumento más 
eficaz para el gobierno espiritual del creyente, es de todo punto 
ineficaz para la dirección de la conducta de aquellas personas 
cuya conciencia no acepta con espontaneidad sus normas direc 
trices. Y este ha sido el error en que ha incurrido la Iglesia Ca 
tólica en los momentos en que se ha planteado la discusión acerca 
del divorcio: en querer imponer sus soluciones, no a sus creyentes 
tan sólo, sino también a todas las personas no creyentes. 
No se hubiera producido en Cuba controversia de carácter re 
ligioso si esta consideración elemental hubiera sido tenida en 
cuenta. La religión cristiana, en general, prohibe a sus adeptos 
la aceptación del divorcio; todo creyente está obligado a seguir 
esta prescripción; pero asimismo toda persona no creyente debe 
ser considerada libre de seguirla o no seguirla; y la legislación en 
este caso pretendió establecer, no una disposición compelente, que 
obligara a su aceptación por el hecho de su establecimiento, sino 
una situación legal a la cual podía acogerse todo aquel que lo 
deseara, sin compulsión alguna. De manera que estas razones de 
origen religioso, firmes y válidas en verdad para el creyente, ca 
recen de todo valor para el que no lo es. 
Veamos las objeciones de carácter moral expuestas acerca de 
este problema. Suele afirmarse con frecuencia que el divorcio 
es un elemento de inmoralidad en las sociedades humanas, por 
cuanto propende a dar facilidades para la separación de los ma 
trimonios. Pero puestas las cosas cada una en su balanza, ¿qué 
será más inmoral, impedir o dificultar la disolución de aquellos 
vínculos que no están firmemente asegurados por el afecto, y que
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.