Full text: T. 29.1922,114 (19220029114)

CRÓNICA INTERNACIONAL 
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He aquí la traducción de los cuatro principales discursos: 
Discurso de Facta, 
Jefe de la Delegación Italiana. 
Señores : 
Os estoy profundamente agradecido por haberme llamado a presidir 
los trabajos de esta Conferencia que, como lo deseo para vuestros países 
y para el mío, marcará una fecha memorable en la historia, no sola 
mente en razón del hecho de que constituye la primera reunión de los 
pueblos de Europa, sino, sobre todo, porque es ella una manifestación 
grandiosa de los sentimientos de solidaridad en los cuales deben inspi 
rarse todas las naciones europeas. 
No ignoro cuán pesada es la responsabilidad que me incumbe, pero 
para poder desempeñar las altas funciones que habéis querido confiarme, 
tengo profunda fe en el espíritu de colaboración y de amistad que ani 
mará nuestras tareas. Si queremos hacer obra útil, es indispensable 
que nos comprendamos mutuamente y que colaboremos estrechamente, 
utilizando los recursos y la experiencia de las naciones aquí reunidas. 
Toda guerra deja forzosamente en pos de sí desastres morales y 
económicos, más o menos extendidos. Europa se ha encontrado y se 
halla todavía, parcialmente, en un estado de turbación moral, de de 
presión inquietante y de desorganización económica de las más graves 
que jamás se haya conocido. En efecto, así como las guerras de an 
taño no afectaban más que a dos pueblos, o a un pequeño número de 
naciones, la gran guerra en la cual hemos combatido, ha arrastrado en 
su conflagración un número considerable de naciones y tres Continentes. 
La amplitud de este fenómeno histórico ha tenido en la vida de los 
pueblos una repercusión relacionada con su importancia. Su efectos 
son de naturaleza psicológica, política, social y económica. Antes de 
la guerra el mundo parecía formar un vasto y único organismo econó 
mico, viviendo en un ritmo regular de cambios y de comercio, aun 
entre los países más distantes. La situación normal desde el punto 
de vista monetario, aseguraba a la industria y al comercio una base 
estable, y permitía un funcionamiento perfecto del crédito en sus formas 
más variadas. 
En el momento actual, y a pesar de que la paz ha sido firmada desde 
hace ya años, estamos, sin embargo, muy alejados aún del retorno a 
una vida económica normal. Numerosas naciones europeas se encuen 
tran en un estado de desorden, por no decir de anarquía económica. La 
suspensión de la actividad productora, los obstáculos que impiden el 
libre desarrollo del comercio, las fluctuaciones rápidas del valor de la 
moneda de un país a otro, son otras tantas causas de descontento pro 
fundo y de desaliento en las iniciativas individuales o colectivas. En 
un gran número de naciones reinan el sufrimiento y la miseria. Deter-
	        
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