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CUBA CONTEMPORÁNEA
minadas regiones europeas son todavía presa de enfermedades, priva
ciones y hambre. Existen actualmente en el universo trescientos millo
nes de hombres, aproximadamente, que no producen, o que rinden poco
a causa de la carencia de aperos de labranza y de medios de transporte.
La razón fundamental de esta situación que lleva en sí la paraliza
ción del trabajo y de la producción de esos trescientos millones de
seres, es la falta de confianza. Esta carencia de fe es uno de los ves
tigios más funestos que la guerra ha dejado en pos de sí. Sin con
fianza, por tanto, los capitales no pueden circular en condiciones eco
nómicas racionales entre los grandes centros financieros y los países en
donde son más necesarios. Si se quiere que el organismo económico
comience de nuevo a funcionar normalmente, importa, antes que nada,
restablecer la confianza y hacer nacer de nuevo la armonía en el me
canismo económico de los países perturbados por la guerra.
No es posible, señores, considerar con indiferencia o con una apatía
egoísta la crisis profunda en la cual Europa se debate. Es preciso,
sin más tardanza, tratar de reconstruirla. No es suficiente limitarse a
comprobar situaciones dolorosas, sino que hay que obrar para reme
diarlas. Ningún pueblo podrá sustraerse a este deber, pues aun aquellos
que en el momento actual sufren menos cruelmente que los otros, po
drían en el mañana alcanzar igual castigo, que sería el resultado de su
apatía en presencia de los males que corroen a sus vecinos.
Todos nosotros estamos invitados a una gran obra de cooperación
internacional y humana. Es un deber moral y político que debemos
cumplir, y solamente por el cumplimiento de este deber encontraremos
el camino de salvación y el retorno a una vida en común más próspera
y más dichosa. Es este espíritu de cooperación y de confraternidad
entre los pueblos el signo más característico de esta Conferencia.
Aquí se borra el recuerdo de los odios y de los resentimientos nacidos
de la guerra. Aquí no hay ya ni amigos ni enemigos, ni vencedores ni
vencidos; sino únicamente hombres y naciones que quieren reunir en
común todas sus energías para alcanzar un alto fin.
Nos sentimos dichosos de que esta gran asamblea de pueblos ani
mados de tan nobles intenciones, tenga lugar en esta Italia que, sin
olvidar el pasado y las recientes victorias, está, sin embargo, presta en
acoger y defender, gracias al carácter especial de su pueblo, las tradi
ciones milenarias de su civilización, las doctrinas de sus grandes escri
tores y pensadores, el ideal de paz, de solidaridad entre los pueblos y
de justicia universal. La labor que nos espera es amplia, ardua; pero
la afrontaremos con la serenidad y la firme voluntad de triunfar.
La orden del día de la Conferencia se refiere a cuestiones políticas,
económicas y financieras, pero se reconoce que todas ellas están estre
chamente subordinadas las unas a las otras. En efecto, los asuntos
económicos y financieros constituyen y tienden a constituir en todos los
tiempos los elementos esenciales de la política internacional. Nuestro