Full text: T. 29.1922,114 (19220029114)

BERNARDO G. BARROS 
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que Barros terminó padeciendo ya la cruel dolencia que lo llevó a 
la tumba, no pudo ser contestado, porque cuando se disponía a 
llenar su cometido el académico designado para hacerlo, Don Ma 
riano Aramburo y Machado, la muerte se interpuso entre ambos, 
brusca e impía, segando la vida de Barros, después de entenebrecer 
con densas sombras aquel cerebro vigoroso y lúcido... 
Parodiando las frases vertidas por un compañero nuestro, en 
la actualidad ausente, al terminar el elogio fúnebre de quien pri- 
^ mero bajó al sepulcro entre los que formamos la Redacción de 
Cuba Contemporánea, podríamos repetir ahora su interrogación 
de entonces, formulada seis años atrás: 
José Sixto de Sola, ayer; Bernardo G. Barros, hoy. ¿Ma 
ñana?. .. 
Mario Guiral Moreno.
	        
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