NOTAS EDITORIALES
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lancólica y triste descriptora de Ruinas; y ha muerto al fin, tras
prolongada existencia, la cinceladora de La vuelta del bosque,
bellísima composición que, como se ha dicho acertadamente, cons
tituye una poesía fundamental en nuestra literatura.
Refiriéndose a Luisa Pérez de Zambrana, ha escrito el insigne
Varona en el Prólogo de su libro de Poesías, publicado en 1920, las
siguientes frases que constituyen, acaso, el mayor de los elogios
que pudieran hacerse de aquélla:
La gran escritora.—dice Varona—, pródiga desde temprano de tantos
y tan hondos sentimientos, había de llegar a ser la más insigne elegiaca
con que cuenta la poesía cubana. Jamás habrá exhalado ningún labio
de poeta en nuestra tierra acentos más desgarradores y al mismo tiempo
de más levantada y sublime inspiración... Cuando joven aún nos
describe las bellezas del lugar donde había nacido y las blandas emo
ciones que le inspiraban, todo en ella era espontáneo. Su arte estribaba
precisamente en esa grande espontaneidad. Y cuando, muchos años
después, la hiere implacable el dolor, los gemidos en que prorrumpe
aquel corazón desgarrado constituyen la más bella expresión de poesía,
y son en realidad de verdad los más profundos quejidos arrancados a
un alma sensible.
Cuba Contemporánea consigna con sincero pesar el falleci
miento de la inmortal poetisa cuyos versos hicieron derramar lá
grimas y causaron intensa emoción a cuantos los leyeron después
de haber experimentado dolores análogos a los que abatieron en
vida a la gran elegiaca que acaba de morir.