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CUBA CONTEMPORÁNEA
el cortesano Po Chü-i, cantó en tiempos de los T’ang la felicidad
del que vive lejos de los palacios. Andrade, o quien sea el me-
nospreciador de las intrigas de la corte de los Austrias, y otros
muchos antes, y otros muchos después, han salmodiado la misma
antífona, suspirando por el descanso. Pero todos, todos han can
tado y pretendido; y su desengaño no les impedía correr tras el
engaño. ¿Por dónde quedan las fronteras del reino de los es
carmentados?
*
¿Quieres justipreciar la credulidad humana? ¿formarte idea
de su extensión ilimitada? Lee las páginas de anuncios de un
diario. Y también, también las otras páginas.
*
¿Qué pensaríamos de Sócrates, si sólo nos hubieran quedado,
como testimonio de su vida y enseñanza, los sarcasmos de Aris
tófanes, y se hubieran perdido los ditirambos de Platón? Sobre
unas pocas líneas solemos sustentar torres fastuosas.
«
El individuo se disuelve en la multitud, como el terroncito
de sal en el agua.
«
Lo peor que le podía pasar al niño es haber adquirido tanta
importancia, como materia de estudio. Lo examinan, lo auscultan,
lo pesan, le miran el blanco de los ojos, le cubican el cerebro, lo
clasifican, y lo clavan con su etiqueta en el muestrario. Y por
supuesto le estropean o le rompen las alas.
*
De los ejércitos que se destrozaron mútuamente en la gran
guerra, hay que decir, como calificación de resumen: valor estu
pendo. Paseemos luego la mirada por toda Europa, y pregunté
monos contritos: ¿para qué?