Full text: T. 29.1922,115 (19220029115)

DON JOSÉ DE LA PEZUELA 
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Don Ignacio de la Pezuela, el mismo que, siendo Ministro de 
Instrucción Pública, firmó en 1812, la convocatoria de las Cortes 
de Cádiz. 
Los autores están contestes en que el Conde de Cheste y su 
hermano Don José, cursaron sus estudios en el Colegio de San 
Mateo, donde tuvieron por profesor, entre otros, al ilustre Alberto 
Lista. El Colegio de San Mateo era el más famoso plantel de 
aquellos tiempos. 
Los primeros pasos de Don José en la carrera militar, se mar 
caron por una brillante actuación en las Guardias Reales de Ca 
ballería. Pero, dotado de menos viva imaginación que su hermano, 
aunque era también muy inteligente y simpático, no escaló las al 
turas de la carrera, ni las altas esferas de la política, de la cual 
vivió apartado siempre. 
Cheste, en cambio, era batallador político y tan atrevido que, 
si verdaderamente unas veces se hallaba rodeado de grandes pres 
tigios, otras se veía precisado a permanecer en el destierro por 
sus ideas, como le sucedió en 1871 cuando, ya Teniente General, 
se resistió a prestar juramento de fidelidad al Rey Amadeo, lo que 
le valió una de esas condenas en Mahón. 
En los varios destinos que desempeñó Don José había de 
mostrando sus altas dotes para el mando. Llegó a Cuba con el 
grado de Capitán, y en 1853 ocupó el cargo de Secretario de la 
Capitanía General de Cuba, durante el mando de su ilustre her 
mano el Conde de Cheste, Marqués de la Pezuela. 
En 1845 casó el Capitán con Doña Ana Vinent, de Santiago 
de Cuba, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos: Joaquín, Juan 
Manuel, José, Isabel y María de los Angeles. 
Como al escribir sobre Historia no se puede, ni se debe mentir, 
al dar algunos detalles de la vida privada del matrimonio Pezuela- 
Vinent precisa decir, sin rodeos, que las relaciones entre Don 
José y su esposa eran poco' o nada amistosas, al menos durante 
su estancia en Cienfuegos, y que sólo permanecían habitando bajo 
el mismo techo, para conservar en sus hijos el sentimiento del 
hogar, y una vez casadas sus dos hijas, Doña Ana fijó su resi 
dencia en La Habana quedando el esposo en Cienfuegos. 
La causa de estas diferencias interiores no es nueva, ni ori 
ginal. Don José era alegre, simpático y galante con las damas,
	        
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