Full text: T. 29.1922,115 (19220029115)

DON JOSÉ DE LA PEZUELA 
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Coronel se debiera a falta de honradez suya, sólo cabe achacarla 
a motivos de conveniencia partidarista; pues, siendo Pezuela amigo 
y protegido del Capitán General Don Francisco Serrano, Duque 
de la Torre, y más tarde Presidente del Poder Ejecutivo de la 
República española, no lo fué del sucesor de éste, Don Domingo 
Dulce y Garay, Marqués de Castellflorite, quien probablemente 
tendría destinado el Gobierno de Cienfuegos (uno de los cargos 
más delicados de proveer en toda la Isla), a alguna de sus favo 
ritos, y aprovechó la circunstancia de la denuncia para sustituirlo. 
Ésto, si no un error, fué al menos una ligereza del General 
Dulce, quien, habiendo podido darse cuenta de la beneficiosa ac 
tuación de Pezuela, por la visita que hizo a Cienfuegos en marzo 
de 1863, debió pensar que otro, por muy de su confianza que fuese, 
no realizaría en la Villa gestión más acertada. 
La visita de que antes hago mención, sirvió para darle a co 
nocer las simpatías que el Coronel había conquistado, no sólo 
para sí, sino para el nombre de España. Durante ella se le ofre 
cieron dos banquetes: uno por el Gobernador y el otro por el 
Ayuntamiento. Sólo un día permaneció en la Villa, porque las 
noticias que recibió de España, que se supone fueran de suma 
gravedad, le obligaron a embarcar inmediatamente en el vapor 
de guerra Aleso con dirección a La Habana, impidiéndole aceptar 
otros muchos agasajos que se le habían preparado en Cienfuegos. 
Desde la Villa, fué trasladado Pezuela al Gobierno Militar de 
Pinar del Río, cargo vegetativo, durante cuyo desempeño aunque 
conquistó muchas simpatías, no pudo desarrollar sus altas dotes 
de gobernante. 
El 17 de octubre de 1865 murió Pezuela en New York, donde se 
hallaba en uso de licencia, con algunos de sus familiares, de regreso 
de tomar las aguas de Saratoga. 
Su fallecimiento causó profunda pena en Cienfuegos, donde 
se conservaba incólume el recuerdo de sus tres fructíferos años 
de Gobierno. 
Al cabo de algunos años, en 1873, el Ayuntamiento acordó la 
construcción de un parque, frente al edificio de la Aduana, que 
se llamó Parque de Pezuela y que después se destruyó por falta 
de cuidado. Más tarde, los norteamericanos lo llamaron Parque 
de Mazarredo, en honor del distinguido caballero Don Federico de
	        
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