LA HABANA LITERARIA
tad mayor para los vuelos de la fanta
sía. Al terminar este rápido bosquejo
critico del Carmen secutare á Lamartine,
viene á mi memoria por la misteriosa
asociación de ideas que- en nuestro ce
rebro á ocasiones se produce, el nombre
de D. Antonio Cánovas del Castillo, cu
yos poéticos lauros siempre han pareci
do secos, al lado de sus triunfos como
pensador y literato. Deseo y espero,
que nuestro amigo Merchán no se eno
je, por haberme atrevido yo á estable
cer esta especie de paralelo entre sus
dos vocaciones, y las que ha tenido el
hoy Presidente del Consejo de Ministros
en España.
No quiero, amigo Morales, soltar la
pluma, sin reiterarle lo que hace días
1c manifesté: que felicite alSr. Merchán
en mi nombre, por su artículo De lodo
un poco, dado á luz en la revista «La
España Moderna». Pláceme en sumo
grado el fondo lo mismo que la forma,
y sobre todo el sitio escogido para el
combate. La Justicia debe pelear con
la visera alzada y frente á frente.
Siempre su amigo,
José Sil,rcrio Jorrín.
111.
Bogotá (Colombia) Julio 29 de 1891.
*-K. D. Vidal Morai.ks v Morales.
San Antonio de los Baños.
Mi distinguido amigo: agradable sor
presa me ha causado la carta que el
respetabilísimo Sr. D. José S. Jorrín
escribió a usted y en la que juzgó mis
versos A Lamartine con motivo del cen
tenario del gran poeta. De parte de us
ted fué mucho cariño el pedir al señor
Jorrín dicho juicio; y de parte de él
mucha bondad distraer su precioso
tiempo ^cn analizar una composición
nda. Gracias á los dos por esa atención
que han dispensado á mi pobre tra
bajo.
. Si fuera cierto que la oda .1 Lamar
tine tiene, como dice mi ilustre crítico,
un sello verdaderamente lamartiniano,'
y que exhala en su conjunto el mismo
perfume de melancólica serenidad y
alteza de pensamiento que las Jíedita-
riones, yo quedaría más que satisfecho,
porque no ha habido en el mundo poe
ta que me agrade tanto como Lamarti
ne; pero eso no pasa de una galantería,
y para no envanecerme con ella pienso
que mi labor poética le ha hecho al
.Sr. Jorrín recordar la del Sr. Cánovas
del Castillo. Incompatibles como son
las dos comparaciones, acojo la última
que debe ser más fundada,’y que tiene
la ventaja de impedirme la inmodestia,
á no crean usted ni nuestro eminente
patricio que ello me produzca mortifi
cación, pues yo también he dedicado
mucha parte de mi tiempo á criticar á
otros, y la censura activa exige buena
disposición para la pasiva.
El Sr. Jorrín encuentra en mi carta
varios versos de áspera estructura y dis
locación de acentos, y cita cuatro en
comprobación. Yo acostumbro no de
fender mis versos, y si ahora voy á de
cir algo sobre los reparos del Sr. Jorrín,
es únicamente por demostrarle cuánto
agradezco el interés que se tomó por mi
oda; es lo menos á que me obliga la
cortesía para con tan culto escritor.
Dede luego advierto que esos versos
no son alejandrinos, si no endecasílabos.
Eso habra sido un lapsus calanvi.
En este verso:
•
Tu voz no lia muerto, Lamartine. La siento.
me subraya el Sr. Jorrín la sílaba nc;
pero yo entiendo que no hay sílaba nc;
que Lamartine se pronuncia Lamartín.
Justamente ha llegado en estos días la
Revue Bleue de París, entrega de tí
de Juñio ultimo, en la cual explica
Mr. Jean Psichari lo relativo á la e
muda.
Moisés de un anebló en sedición, centella.
Supongo que en este verso lo que ha
chocado al Sr. Jorrín es el ción-cen. A
mi también me choca, rebelión sonaría
mejor al oiclo, pero históricamente sería
inexacto: ahí sacrifiqué la eufonía á la
idea; pero si el Sr. Jorrín prefiere la.
ultima voz, no vacilaría vo en hacer la
sustitución.
Auuca en m amarga pulí fermentó el odio,
Sobre este verso, me refiero á la ad
junta carta del Sr. D. Rafael Pombo. Y
agregaré, que áun cuando por regla ge
nera], la sílaba nona del endecasílabo
no se debe acentuar, por ser forzoso el