Full text: 1.1891=Nr. 1-8 (1891000100)

LA HABANA LI TIAM AHI A 
1 XA KNTHKVISTA OOX Ai.lM \\i>i;n !>; \ ÍA S aiDO). 
—¿H.'il>eii nuestros' lectores que eu 
Cuba heñios tenido un poeta apellida 
do fiodrit/nez? \ a nos parece oir citar á 
una media docena de Rodríguez, más ó 
menos favorecidos de la poética musa 
pero desde luego declaramos, que á 
ninguno de esos Sres. debe referirse el 
corresponsal del Sun en París, sino á un 
.Rodríguez,, capaz de figurar al lado de 
Heredia, y al que su patria desconoce 
en absoluto. 
Ln efecto, hace pocos meses el citado 
diario de New—York, insertaba en sus 
columnas la relación enviada por su 
corresponsal, de una 
interview que afirma 
ba haber celebrado 
con Alejandro Du 
mas, y en el discurso 
de la cual decía ha 
berle preguntado 
■ cual era su preferido 
entre los autores jó 
venes, á lo que repu 
so el novelista, enco 
giéndose de hom 
bros; «Todos ellos 
alborotan demasia 
do. Escriben volú 
menes prometiendo 
hacer algo nuevo, 
pero al fin y al caboj 
nos encontramos la 
reproducción de 
añeja historia. Aún 
los mejores, como 
Eichepin y Bourget, 
no me conmueven... 
Me gustan los poe 
tas cubanos, y es 
asombrosa su literatura. He ahí las 
Obras de Heredia y de Rodríguez—(se 
ñalando a unos tomos bellamente en 
cuadernados.)»—«¿No son semejantes á 
los poetas españoles?»—interrumpió el 
corresponsal.—«No tal (repuso Dumas) 
son enteramente originales, llenos de 
luego y de energía, verdaderos poetas.» 
Entonces Dumas, al decir del corres 
ponsal, «comenzó á hablar de un poeta 
cubano que murió de pocos años. En 
esta muy interesante biografía se hace 
particular mención de la anciana no 
driza del joven, y de su ansiedad por- 
'A 
39 
v: 1. 
m 
•••■■ 
vis. 
m 
ALEJANDRO DUMAS, HIJO 
161 
que éste [tasaba la mayor parte de las 
noches sin dormir, recitando y hablan 
do á solas._ A menudo, cuando brillaba 
la. luna, discurría largas horas en el 
bosque. Una noche ella creyó que se 
había trastornado. El joven ocultamen 
te llegóse á un pozo cercano, y púsose 
a sacar agua y arrojarla á la tierra. Re 
pitió varias veces esta operación. La an 
ciana lloraba, murmurando. ¡Está loco! 
¡está loco!—Pero el joven hacía un es- 
penmento. Quería oir el ruido de una 
corriente de agua en noche de luna, y 
artificialmente se procuraba esas im 
presiones necesarias 
para un poema que. 
componía » 
Pues que ya he 
mos dado noticia de 
esta original entre 
vista, y aún tenemos 
la pluma en la ma 
no, daremos la del 
lugar donde se supo 
ne celebrada. 
Dumás posee en 
la. calle Villiers una 
hermosa casa que 
habita todo el año 
con escepción de un 
inés que pasa en La 
Bourboule, lugar cíe 
baños, y una corta 
temporada veranie 
ga en Puys. 
La casa ocupa el 
cuerpo de un jardín 
cercado con reja de 
hierro, que ostenta 
á trechos el mono 
grama del propietario. El edificio por 
la yedra que lo escala, tiene cierto as 
pecto de antigüedad que agrada, si bien 
el jardín siempre lleno de nuevas y es 
cogidas flores dá al conjunto marcado 
tono de juventud y alegría. El arreglo 
interior de esta morada descubre en to 
dos sus detalles la mano del artista y el 
poeta, y revela su felicidad. 
El vestíbulo comunica con la sala, el 
comedor, el billar, una pequeña biblio 
teca, y el gabinete de estudios de Du 
más; y por medio de una escalera de 
madera esculpida, con el piso alto. Lo
	        
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