Full text: 1.1891=Nr. 1-8 (1891000100)

LA HABANA LITERARIA 
uno, más culto el otro, subsiste aún en 
los arrabales de la ciudad, en las calza 
das que la ligan con pintorescos barrios 
extremos y en muchas poblaciones in 
teriores de la Isla: por todas partes aso 
ma el sombrerete de oscuro guano ro 
deado de las alas de los colgadizos cu 
biertos de rojas tejas, ya planas, ya 
eombeadas. 
Aún cuando desaparecieron esas cons 
trucciones, su tipo exterior y hasta su 
distribución itnerior hubo de influir en 
el estilo, ó más-bien, en ia' numera de 
tas que én orden cronológico les suce 
dieron. La planta de toda casa siguió 
siendo rectangular: el techo aunque 
más vasto, de mayor altura, y cubierto 
de tejas por completo, conservó su dis 
posición en dos aguas. Los huecos, una 
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puerta amplia, cómoda que tenía á ca 
da lado dos ventanas ventrudas de ba 
laustres torneados, se hallaban al tren 
te. En las paredes laterales no había 
ninguno: á lo sumo una claraboya ó 
luceta agujereaba el vértice del ángulo 
formado, en cada extremo del caballe 
te, por la inclinación de los planos del 
tejado. La amplitud de lo interior fue 
requiriendo más piezas: á la sala se 
añadió un vestíbulo lateral, destinado 
a zaguan, disponiéndose las ventanas 
que entonces pudieron ser más de dos, 
a continuación de la puerta y no en 
ambus lados de ella, como antes: otro 
vestíbulo se añadió tras de la sala que 
hizo veces de comedor.. Y tras él siguie 
ron, por un sólo lado, las habitaciones 
6 cuartos, imprimiendo á la planta ó 
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cimentación general de la casa la forma 
re ular de una escuadra conveniente 
mente orientada para dis rutar de los 
benéficos influjos de la brisa. Las de 
pendencias secundarais, pero indispen 
sables en toda casa, ocultáronse con 
frecuencia tras el follaje de las plantas, 
arbustos y aun coposos árboles que ale 
graban los vastos patios. 
No presidía en estas casas otra regla 
arquitectónica que las requeridas por 
la comodidad: sus paredes gruesas eran 
cãsi êílciiisiVtiiLSbte de amasijo tan flo 
jo que aparecia contenido, eili'A 011 ^'* 0 
entre su revestimento de cal; los°techo.s 
inclinados oscurecían en lo alto las 
habitaciones poco espaciosas que solo 
recibían luz y aire de la parte del patio 
por puertas de dintel no muy elevado 
y ventanas de gruesos 
b dau;tres de madera 
torneados, casi unidos. 
Interiormente se comu 
nicaban entre sí par me 
dio de puertas cuyos 
hueco i se correspondían 
con exactitud, haciendo 
aparecer aquella serie de 
aposentos uniformes co 
mo prolongada galería. 
L is pare les blanqueadas 
de arriba á bajo, ó á lo 
sumo con una cenefa de 
corta altura de color gris 
ó azul con vetas más os 
curas que pugnaban va 
namente por imitar pór 
fidos alabastros y már- 
111 oles; los suelos do hormigón, tersos, 
brillantes, satinados, sin una ranura, 
sin una irregularidad en su superficie; 
los techos de los departamentos princi 
pales con dos enormes vigas paralelas 
cruzadas hacia el centro y otras diago 
nalmente colocadas en las esquinas, 
oficiando de llaves de seguridad del 
edificio; con sus alfardas colocadas sin 
más arte que el de la solidez, tenían un 
sello austero, sobrio, como si refie ase 
das costumbres morigeradas de sus pa 
cíficos habitadores cuya regla invaria 
ble y prudente era no’salir de casa sino 
á lo más preciso. 
La falta de una vía pública cómoda, 
segura y agradable, fué subsanada, sin 
duda, proporcionando á estas vivien 
das patios amplios, bien aereados, cu-
	        
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