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LA HABANA LITERARIA.
(¡as teatrales del Circulo Habanero, y á una
serie de cosas por el tstilo, que solo dan
asunto al que tiene en la prensa la sección
de teatros ó de gacetillas. Los cronistas
de salones han tenido que ceñirse pocas
•ocasiones los guantes; el frac ha cedido su
puesto á las prendas lijeras que requieren
las fiestas celebradas bajo claridades de sol
y entre el rumor delas playas.
Efectivamente, la crónica elegante ha
vivido fuera de la ciudad, principalmente
en ese delicioso pedazo de costa orlada de
blanquecina arena y animada por un gru
po de bonitas casas que se llama Playa de
Marianao.
Péro si es cierto que la época estival ha
sido el sufrimiento de nuestro cuerpo y la
tortura de nuestra pluma, ahora nos aper
cibimos á disfrutar de brillantes soíre'es,
en los salones de familias distinguidas; de
la ópera italiana que traerá Sieni al her
moso Tacón y de otras muchas fiestas que
la costumbre impone durante e) invierno.
La tregua está para desaparecer. Los
temporadistas devueltos á la Habana; des
pués de haber bañado su imajinación en
pintorescos paisajes, se sentirán ahora me
cidos entre el fru-fru de las sedas, las ca
dencias de los valses y oleadas de perfumes,
preferibles para el mayor número al seco
silbido de los grillos y á la canción de tris
teza que parecen rimar las cañas agita
das por el viento.
*
# #
Ahora hablaré de una fiesta pomposa é
inolvidable: la despedida de la temporada
del Habana Yacht Club.
Se celebró el sábado con un espléndido
baile de etiqueta.
La casa del Club, bella de suyo, (¡re-
sentaba esa noche un aspecto encantador
que en vano intentaría describir mi pluma.
Playa afuera, el espectáculo era extra
ordinario. Anclados cerca del muelle,
que cubría, decorándolo, multitud de ar
cos de palmas, levantaban sus mástiles
cruzados en las vergas por pequeños faro
les, los yachts Asunción, Juanita, Ramcn-
tol, Clío y Margarita. Desde lo lejos se
mejaban flotantes torres de luz.
En el bonito cenador que se alza al
centro del jardín del Yacht Club se toma
ba ponche de champagne y licores. El
ambigú fué servido en casa del amable ca
ballero Sr. Juliá. Tres ámplias mesas lu
cientes, elegantemente adornadas, corrían
á lo largo de los portales. Una prodiga
lidad esquisitm acompañada de un gusto
irreprochable se notaba en todo.
El baile se abrió con un Rigodón, ter
minando con un vals. En los intervalos
de las piezas de baile, tocaba la banda de
Isabel II apostada en la playa.
A las once atracaba al muellecito un
yacht, que derribó sus velas. Era el Co
lombia—hoy de Francisco Arango y Julio
Soler—que traía á la espiritual María Am-
blard y á la muy graciosa Juanita del
Valle.
En un estremo del salón estaba una ni
ña de ojos soñadores, talle de princesita y
con traje color de aurora de primave
ra. Su nombre es el de una flor melan
cólica. ... Hablaba con un poeta.
Del brazo del Conde Fabián vi á Leonor
Pérez de la Riva, recientemente presen
tada al gran mundo. Encantadora!
Por el salón varias parejas. Una de ellas
es la señora O-Farrill de Santos Guzman
que va del brazo del Sr. Polavieja. La ad
miración de todos seguía á la gallarda y
distinguida dama.
En el portal grupos animadísimos: en
tre ellos se destacan María Susana de Cár
denas, María Luisa Longa, Consuelo Sán
chez Mármol y Conchita Dominieis, cor
tejadas por Cecil Goudie, Tomás Collazo,
José M. Lasa y Carlos Maciá.
Consulto ahora mi carnet y de él co
pio:
Entre las señoras: Benítez de Cárdenas,
Saavedra de Sandoval, Romay de Vidal,
Ramírez de Sterling, Conill de Pérez de
la Riva, Del Monte de Del Monte, Mu
rías de Laguardia, de Dominieis, Quijano
de Molina, de Longa, Crespo de Acosta,
Ayala de Ramírez.
Entre las señoritas: Hortensia Del Mon
te, Paulina Güell, Conchita Pagés, María
Cay, Amparito Junco, Lola y Caridad
Portuondo, Lolita Morales, Blanca Broch,
Angelina Armand, Clementina Vidal, Amé
rica Marrero, María Vidal, Rene Molina,
María Martín, Angelita Sotolongo, Merce
des y Belisa Murías, Anita Delgado, Hen-
riette Valdés Fauly, las de Bachiller, Ma
ría Carlota y Chicha Zayas, las de Sol-
wers, las de Pinlay, de" Ortega, Suazo,
de Ariza, Finita Bolívar y María Joly.
El regreso á la Habana, como siempre
que se deja el sitio que nos ha brindado
horas deliciosas: que nos parece haber sa
lido pronto.
enrique FONTANILLS.