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COSMOS
bre tan discutido, ha acabado por decir
nos con los hechos: «No seáis tontos...
¿qué hallásteis superior en Europa, que
hallasteis más barato, que hallásteis más
desinteresado, más ingenuo y, sobre to
do, más ?iuestro?
Es plaro que Meneses es un gran ar
tista. Es claro que por eso se le ha vis
to huraño con tanta frecuencia, soberbio,
casi orgulloso, buscando un refugio en
.los folios de las partituras beethovianas,
esquivando la estulticia humana, que es
muy dada á acosar y escarnecer á los
hombres excepcionales
¡Pojare hombre!—dan ganas de decir—
lo que ha tenido que luchar con nosotros,
con sus músicos y consigo mismo.
Esto no lo comprende el público, no lo
comprende ni lo ve, pero esto, que no sue
na en la orquesta, constituye el mayor
mérito del maestro de la calle de la Mag
nolia. Los que hemos presenciado los
ensayos de orquesta, de orquesta y co
ros, no nos explicamos la resistencia ad
mirable de este «manojo de nervios», que
empuña la batuta, golpea la partitura,
patea enérgicamente en su tribuna, se
pone encarnado, grita y acaba por deses
perarse.... ¡Cuánta energía caída en el
abismo sin fondo de la ingratitud y la
indiferencia teatral!
¿Indiferencia? No. No tanta. Que el
público ya va, y va bastante. No~crean
ustedes; en ninguna parte va más; en
ninguna parte es mejor. ¡Dejemos esas
tonterías de ver malo todo lo nuestro; el
público es bueno; la orquesta es buena;
la dirección es buena. La dirección, so
bre su mérito de dirección musical, tiene
otro: su mérito de dirección psíquica:
Meneses ha conseguido mantener en su
orquesta da armonía de los seres, que es
mas difícil de obtener que la armonía de
los acordes .... Lo más peligroso en una
institución filarmónica es la desintegra
ción. Los músicos son muy poco dados
á la armonía profesional, de conjunto,
pero no de conjunto instrumental, sino
de conjunto individual. .. ¿Verdad?.. .
Nosotros hablamos de estas cosas
porque no las ha dicho nadie, y porque
nos parece justo, antes de hablar de mú
sica, hablar de los músicos, dar unos
cuantos cortes histológicos á la orquesta
del Conservatorio y á su director.
Muchas veces, cuando veo al maestro
Meneses bajar por las Calles de Guerre
ro profundamente ensimismado, cami
nando firme, resuelto, y noto que alguna
criada torpe se interpone á su paso, me
vuelvo, lo sigo con la vista, y me digo:
Tropiezos. Eso son tropiezos, maestro,
La vida del arte, como la vida de la
vida, están llenas de tropiezos. Donde
no hay envidia y maledicencia, hay pie
dras, hay transeuntes torpes.
¡Cualquiera diría que ese hombre pre
ocupado se preocupa solamente por nos
otros, vive para nosotros, se pasa los
años metido en el alma de Borodine,
Debussy, Charpentier, Dworak, Rienzi,
Wagner.... para venir á decirnos, al cabo
del tiempo: aquí os traigo esto, burgueses
frívolos . . . , !
Precisamente este año nos presentó el
maestro Meneses una pasmosa serie de
novedades musicales, de las que, ¡seño
res míos! hay muchas que todavía no se
conocen en algunas capitales de Europa.
Los conciertos de piano y orquesta de
Tchaykovvsky, la música bucólica de
Borodine y las filigranas de Débussy,
son producciones casi inabordables, que
es una verdadera fortuna que conozca
mos .
Y pensar que para todo esto tenemos
un Ogazón, un Carlos Lozano, un Valdés
Fraga, un Rocabruna, un Aguirre, una
Rita Villa, una Sofía Camacho, una
Consuelo Escobar.. . .una. . .¡quién pu
diera seguir citando nombres!
Después de todo, es una canallada de
la Crónica el olvidar los nombres de los
colaboradores del maestro Meneses. To
davía queda por delante mucha tempo
rada. Todavía tiene guardado el maestro
Meneses, bajo los airosos rizos de su
melena de semi-diós, muchas misteriosas
melodías nuevas'que vienen de Escandi-
navia, del Imperio del Czar, de la patria
de Chopín, de la Hungría trémula, de la
Germania profunda.
Hugo dijo que los alemanes, no pu-
diendo expresar sus ideas y anhelos de
libertad por medio de la palabra, porque
los persigue la policía, las expresan por
medio de la música. Según el viejo subli
me de la barba de rosas de nieve, una
sinfonía de Beethoven puede ser un vi
brante discurso cívico, un quejido de una
alma girondina que protesta contra la
opresión de un trono. Esto nos hace