Full text: Año 1.1912=No. 1 (1912000100)

‘68 
COSMOS 
bre tan discutido, ha acabado por decir 
nos con los hechos: «No seáis tontos... 
¿qué hallásteis superior en Europa, que 
hallasteis más barato, que hallásteis más 
desinteresado, más ingenuo y, sobre to 
do, más ?iuestro? 
Es plaro que Meneses es un gran ar 
tista. Es claro que por eso se le ha vis 
to huraño con tanta frecuencia, soberbio, 
casi orgulloso, buscando un refugio en 
.los folios de las partituras beethovianas, 
esquivando la estulticia humana, que es 
muy dada á acosar y escarnecer á los 
hombres excepcionales 
¡Pojare hombre!—dan ganas de decir— 
lo que ha tenido que luchar con nosotros, 
con sus músicos y consigo mismo. 
Esto no lo comprende el público, no lo 
comprende ni lo ve, pero esto, que no sue 
na en la orquesta, constituye el mayor 
mérito del maestro de la calle de la Mag 
nolia. Los que hemos presenciado los 
ensayos de orquesta, de orquesta y co 
ros, no nos explicamos la resistencia ad 
mirable de este «manojo de nervios», que 
empuña la batuta, golpea la partitura, 
patea enérgicamente en su tribuna, se 
pone encarnado, grita y acaba por deses 
perarse.... ¡Cuánta energía caída en el 
abismo sin fondo de la ingratitud y la 
indiferencia teatral! 
¿Indiferencia? No. No tanta. Que el 
público ya va, y va bastante. No~crean 
ustedes; en ninguna parte va más; en 
ninguna parte es mejor. ¡Dejemos esas 
tonterías de ver malo todo lo nuestro; el 
público es bueno; la orquesta es buena; 
la dirección es buena. La dirección, so 
bre su mérito de dirección musical, tiene 
otro: su mérito de dirección psíquica: 
Meneses ha conseguido mantener en su 
orquesta da armonía de los seres, que es 
mas difícil de obtener que la armonía de 
los acordes .... Lo más peligroso en una 
institución filarmónica es la desintegra 
ción. Los músicos son muy poco dados 
á la armonía profesional, de conjunto, 
pero no de conjunto instrumental, sino 
de conjunto individual. .. ¿Verdad?.. . 
Nosotros hablamos de estas cosas 
porque no las ha dicho nadie, y porque 
nos parece justo, antes de hablar de mú 
sica, hablar de los músicos, dar unos 
cuantos cortes histológicos á la orquesta 
del Conservatorio y á su director. 
Muchas veces, cuando veo al maestro 
Meneses bajar por las Calles de Guerre 
ro profundamente ensimismado, cami 
nando firme, resuelto, y noto que alguna 
criada torpe se interpone á su paso, me 
vuelvo, lo sigo con la vista, y me digo: 
Tropiezos. Eso son tropiezos, maestro, 
La vida del arte, como la vida de la 
vida, están llenas de tropiezos. Donde 
no hay envidia y maledicencia, hay pie 
dras, hay transeuntes torpes. 
¡Cualquiera diría que ese hombre pre 
ocupado se preocupa solamente por nos 
otros, vive para nosotros, se pasa los 
años metido en el alma de Borodine, 
Debussy, Charpentier, Dworak, Rienzi, 
Wagner.... para venir á decirnos, al cabo 
del tiempo: aquí os traigo esto, burgueses 
frívolos . . . , ! 
Precisamente este año nos presentó el 
maestro Meneses una pasmosa serie de 
novedades musicales, de las que, ¡seño 
res míos! hay muchas que todavía no se 
conocen en algunas capitales de Europa. 
Los conciertos de piano y orquesta de 
Tchaykovvsky, la música bucólica de 
Borodine y las filigranas de Débussy, 
son producciones casi inabordables, que 
es una verdadera fortuna que conozca 
mos . 
Y pensar que para todo esto tenemos 
un Ogazón, un Carlos Lozano, un Valdés 
Fraga, un Rocabruna, un Aguirre, una 
Rita Villa, una Sofía Camacho, una 
Consuelo Escobar.. . .una. . .¡quién pu 
diera seguir citando nombres! 
Después de todo, es una canallada de 
la Crónica el olvidar los nombres de los 
colaboradores del maestro Meneses. To 
davía queda por delante mucha tempo 
rada. Todavía tiene guardado el maestro 
Meneses, bajo los airosos rizos de su 
melena de semi-diós, muchas misteriosas 
melodías nuevas'que vienen de Escandi- 
navia, del Imperio del Czar, de la patria 
de Chopín, de la Hungría trémula, de la 
Germania profunda. 
Hugo dijo que los alemanes, no pu- 
diendo expresar sus ideas y anhelos de 
libertad por medio de la palabra, porque 
los persigue la policía, las expresan por 
medio de la música. Según el viejo subli 
me de la barba de rosas de nieve, una 
sinfonía de Beethoven puede ser un vi 
brante discurso cívico, un quejido de una 
alma girondina que protesta contra la 
opresión de un trono. Esto nos hace
	        
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