Full text: Año 1.1912=No. 3 (1912000300)

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COSMOS 
tumbaron los tambores, crujieron las armas, 
creció la gritería y hubo un momento terri 
ble de desorden y de ciega furia en que 
hasta la autoridad de Masanielo fue comple 
tamente desconocida. 
Al cabo los esfuerzos de éstos y de otros 
cabos populares, las rápidas arengas de Ge- 
novino, las voces ó protestas del cardenal, y 
la misma vehemencia de la exitación que de 
bía ser la pasajera, aquietaron poco á poco 
aquel vértigo de furor dando lugar á nuevas 
exhortaciones del prelado que mostrando 
largamente su sangre fría, la conciencia de 
su dignidad y el valor cívico más completo, 
dijo al pueblo: que el duque de Arcos no ha 
bía querido ofenderle y que supuesto que le 
descontentaba la fórmula en que se había 
extendido la cédula, se concertase y dictase 
otra en los términos que juzgase más hon 
rosos y convenientes, seguro de que la fir 
maría y sellaría el virrey. Fué, como debía 
de ser, muy bien aceptada la propuesta y 
aquietada la muchedumbre lo mejor posible 
se reunieron los jefes populares y los hom 
bres de influencia y se acercaron al prela 
do, pero no ya para extender una simple cé 
dula de indulto sino para convertirla en una 
verdadera capitulación con la suprema auto 
ridad: así crecen las exigencias de los mo 
tines á medida que se les van haciendo 
concesiones. 
No agradó mucho al cardenal el partido 
que querían sacar los alborotadores de la 
incauta propuesta que había juzgado único 
medio de conciliación. Pero era ya tarde 
para retroceder y aviniéndose con el nuevo 
compromiso trabajó con sagacidad secreta 
mente de acuerdo con Genovino para que 
los encargados de extender el extraño do 
cumento fueran pocos y gente no muy exa 
gerada. Nombráronse, pues, al efecto á Ma 
sanielo, á Julio Genovino, al nuevo electo 
de Arpaya, que llegó á tiempo, á dos ó tres 
de los jefes populares de más nota y á al 
gunos clérigos y letrados; y presidida esta 
junta poco numerosa por el arzobispo, que 
se retiró á la Sacristía del Cármen á desem 
peñar su encargo sin demora extendiendo 
en toda forma los artículos de una capitu 
lación. 
Vivos fueron los altercados, sobre todo 
cuando apareció la proposición de que fue- ! 
se entregado el castillo de Santelmo al pue- 1 
blo como rehenes y seguridad del tratado; 
pues hallando casi general acogida en la 
junta, tuvieron que trabajar mucho el ar- j 
zobispo y Julio Genovino para combatirla. 
Pero manifestando este viejo sagaz que el ^ 
castillo era del rey y que no se le podía qui 
tar sin acto de rebelión, hizo en todos y 
particularmente en Masanielo tanta fuerza, 
que fué desechado el artículo casi por 
unanimidad. Siguió la conferencia borras- ^ 
cosa y el arzobispo cardenal dió en ella cía- 
ras pruebas de su talento, tino y sagacidad 
allanando dificultades, combatiendo no po- ( 
cas descabelladas exigencias, mostrándose ( 
más amigo verdadero de los intereses pú' j 
blicos, que los que con tan escasas luces i 
como exageradas pretensiones y acaso coa j 
miras sospechosas se llamaban sus más ce- • , 
losos defensores. . 
CAPITULO XI. 
Mientras continuaba la junta su penoso 
trabajo, y después de noche tan agitada 1 
borrascosa, apareció la ciudad inquieta 1 
sobre las armas al amanecer del día 10 de 
Julio, cuarto de la sublebación, y Masanielo, 
que mostraba actividad suma desarrollándo 
se en él rápidamente un instinto partícula 1 " 
de mando, pensó del modo que podría al 
canzar su comprensión en arreglar aquella 5 
masas que armadas y sin objeto vagabaO 
por todas partes. Dispuso reunirlas y revis 
tarlas para darles una organización cual 
quiera que á lo menos las hiciese susceph" 
bles de cierta obediencia para obrar d® 
concierto y con determinado fin. Pasó, pues, 
muestra general con grande espanto de l 11 
parte indiferente ó contraria de la pobla 
ción que vió reunidos y armados en aqu e 
acto más de ciento doce mil hombres. D^ r 
diolos el caudillo popular en pelotones d e 
500 ó 600 con sus cabos respectivos y de 
reunión de varios de ellos formó cuerpos 
divisiones, nombrándoles jefes, dándole 
bandera y señalándoles á cada uno el pu e5 , 
to en que se debía establecer y los puntos * 
donde acudir en caso de alarma. Trató
	        
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