Full text: Año 1.1912=No. 4 (1912000400)

SKCCION CIENTIFICA 
pasó velando sus armas en la venta; a la 
noche siguiente su sueño fué intranquilo 
Por el magullamiento de los mercaderes 
y cuando á los gritos de nuestro héroe 
acudieron el cura y el barbero, D. Qui 
jote estaba tan despierto como si nunca hu 
biera dormido. En las chozas de los ca 
breros todo lo más de la noche se le pasó 
en memorias de su señora Dulcinea á imita 
ción de los amantes de Marcela', la aventura 
de los yangüeses, llevándole mal parado 
al duro, estrecho, apocado y fementido lecho 
de la venta de Maritornes, le tuvieron 
despierto otra noche más; sus pensamien 
tos é imaginaciones, la puñada del arrie 
ro, el candilazo del inquisidor, la aventu 
ra del entierro y la sabrosa plática con 
Sancho, que nuestro personaje terminó 
con el célebre Peor es meneallo, tuvieron 
otras noches en vilo al caballero de la 
triste figura, el cual tampoco durmió du 
rante su estancia en las entrañas de Sierra 
Morena. Tampoco fué tranquilo el dor 
mir durante la descomunal batalla con 
unos cueros de vino tinto mientras soñaba 
con el reino Micomicon, ni mucho menos 
d de la noche del suplicio á que le con 
denaron Maritornes y la hija de la vente 
ra por la burla del cuelgue, que más pa 
recía el tormento de la garrucha. Por el 
camino del Toboso, á donde entró por 
blo de la media noche, veló D. Quijote en 
el día de su tercer salida, y ya en camino 
de Zaragoza, las pláticas con Sancho 
Panza debajo de unos altos y sombrosos ár 
boles y el encuentro y singular aventura 
con el caballero de los espejos, se encarga 
ron de que pasara las noches en vilo. 
Sólo dos veces durmió la siesta D. 
Quijote-, una en casa de los duques des 
pués de la opípara comida, otra en la 
v enta de Zaragoza después de la aventu 
ra de los toros. La aventura de Merlin, la 
del clavileño, el canto de Altisidora, el 
temeroso espanto cencerril y gatuno, la 
aparición de Rodríguez, los pellizcos 
de la duquesa y la caminata hacia Bar- 
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celona le impidieron sendas noches el 
sueño; velando el de Sancho pasó la no 
che siguiente á la aventura del caballero 
de la Blanca Luna, que fué aquella no 
che en que si durmiera lo despertara la 
piara de cerdos pasándole por encima. 
Tampoco le dejó sosegar la resucitada 
Altisidora, la última noche que de regre 
so de Barcelona pasó D. Quijote en casa 
de los duques, ni el cumplimiento de la 
penitencia de azotes, las tres siguientes 
que mediaron hasta su llegada al lugar 
de la Mancha, donde á los pocos días ca 
yó enfermo de calenturas, durmiendo, por 
primera vez, un buen rato, nada menos 
que seis horas seguidas, al cabo de las 
cuales despertó curado de su locura, co 
mo lo prueba el admirable testamento 
que le dictó su razón. 
V 
SÍNTOMAS PSÍQUICOS 
‘ A. TRASTORNOS DEL LENGUAJE 
/? Lenguaje mímico. 
En D. Quijote, lo mismo los gestos ex 
presivo de su sentir que las actitudes 
delatoras de su pensar, ó lo que es igual, 
la mímica de la emoción á la par que la 
de la inteligencia, fueron enérgicas, rápi 
das, duraderas, y en su conjunto indica 
ban satisfacción, confianza, optimismo, 
pero todo ello expansivo; es decir, que 
don Quijote fué un hirpermímico y un hi- 
pers ¿mico. 
Por eso se dirigió á las dos mozas del 
partido alzándose la visera de papelón y 
descubriendo su seco y polvoroso rostro con 
gentil telante y voz reposada-, por eso em 
brazando su adarga asió su lanza y con 
gentil continente se comenzó á pascar delan 
te ae la pila velando sus armas. 
El alzar los ojos al cielo mientras des 
cargaba tremendo golpe en la cabeza del 
arriero; el contento, la gallardía y el al 
borozo que le reventaban por las cinchas 
del caballo, cuando salió de la venta ar-
	        
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