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(continuación. )
jjjSflc ARTiN le quita la lámpara y sube la
SA?nA? escalera. Arriba se apodera de la
mano de Juanito y lo mira un rato en si
lencio como si aún no estuviera seguro
de su buena fortuna. En seguida abando
na la alcoba.
Por Germán SudermarHj
Juanito suspira, poniéndose
ambas manos sobre el pecho-
Siente el corazón lleno de júbü°
quiere alcanzar al hermano
para compartir con él su alegría-
Pero es tarde, ya bajó Martín I a
escalera y sus'pasos se pierden
en el corredor de la casa.
Juanito está agitado, y ante 5
de recogerse quiere tranquilizó
su espíritu.
En seguida apaga la lámpara y empuJ a
una hoja de la ventana. El fresco at re
J le
de la noche acaricia su frente, esto
produce bienestar y tranquilidad.
Pensativo se reclina sobre el pretil d e
la ventana, silba una vieja canción >
clava sus ojos en la obscuridad. El man
zano que crece á sus pies está cubie r *°
de flores,—un perfumado, delicioso >
blanco océano floral. Cuántas veces en slJ
niñez ha subido al viejo árbol, cuánta 5
veces, cansado de tanto jugar, se na
cargado contra el manzano, soñando
escuchando los deliciosos cuentos q ue
vago rumor de las hojas le narraba. P e
ro en otoño, cuando fuertes vientos s
cudían las ramas y las doradas f rl1 ^
caían á sus pies,—oh, esto era un dele' te
Cuántos recuerdos vienen á la meó ¡
en una noche tan bella, tan tranqo'
Juanito silba inconscientemente; cada