Full text: Año 1.1912=No. 5 (1912000500)

MASANIELLO 
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atroces tormentos fué enrodado. El otro 
ofreciendo hacerse cristiano, declaró que el 
duque, su señor, había estado en Beneven- 
toy 
que de allí había ido á las sierras de 
Calabria, donde permanecía reuniendo una 
tropa de bandidos. En premio de su docili 
dad en abjurar su secta y de la declaración 
hecha le fué en el acto conferido el destino 
de capitán de uno de los pelotones de la que 
Podemos llamar guardia permanente del 
Pescadero. 
Notable mudanza se advertía en el carác 
ter de este hombre extraordinario. Viose 
ejecutarse sin escuchar los clamores de los 
dueños, ni las reclamaciones de los vecinos. 
Mandó venir arquitectos y albañiles y á va 
rios mercaderes que le enviaran ricas telas 
para colgaduras. Trató de formarse una ser 
vidumbre y de darle la librea correspon 
diente, y empezó á mezclar sus modales tos 
cos y humildes con los graves y pomposos 
de gran señor 1 . ¡Pobre Masanielo! 
Crecía por puntos á medida que quería 
engrandecerse y adoptar las formas aristó 
cratas, su odio á la aristocracia; y como dos 
caballeros de Nápoles le pidieron aquel día 
0 
M. 
Los moros conducidos al suplicio 
he repente suspicaz y reservadísimo, mos 
cando una sed de mando y poderío insacia- 
C* e - El temor de ocultas asechanzas lo ha- 
oia vuelto bárbaramente cruel, huyendo de 
todo consejo y rechazando con furor toda 
convención. Obraba por sí sólo y alejó de sí 
Con agrio desdén á Palumbo, á Genovino y 
a electo Arpaya. Gustábanle las adoracio- 
nes , saboreábase con la lisonja y empezó á 
concebir confusos planes de sólido engran- 
c ^¡miento y de permanente autoridad; y no 
sabiendo él mismo cómo llevarlos á cabo, 
C^aba en todo de la manera más contradic- 
°ria y estravagante. Se le ocurrió conver- 
, lr su pobre casuco en un palacio magnifico 
® '^mediatamente dió orden de derribar to- 
0s los edificios inmediatos, como empezó á 
por medio de sus procuradores, justicia so 
bre cierto asunto contencioso, se negó á 
oírlos, vomitando insultos y denuestos con 
tra la nobleza. Pero el blanco de sus odios, 
el objeto continuo de su anhelo de vengan 
za era el fugitivo duque de Maddalone. Man 
dó buscar por la ciudad á todos sus criados 
y protejidos, y fueron asesinados cuantos 
tuvieron arbitrariamente una ú otra califica 
ción y él mismo en persona fué con sus si 
carios más furibundos á asaltar el palacio 
que tenía aquel personaje en la rivera de 
Chiaja. Entró en él, entregó á las llamas 
cuanto encontró, dió cuchilladas y golpes 
de alabarda en las puertas y paredes y vien- 
i. De Santis.
	        
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