Full text: Año 1.1912=No. 5 (1912000500)

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COSMOS 
vados en la cinta de un cinemató 
grafo. 
Aun todo esto junto resultaría pálido 
ante la luminosa información que podría 
hacerse en la actualidad siguiendo la 
técnica de psicología experimental de 
nuestros filósofos clínicos y de nuestros 
metafísicos de laboratorio, por cuyos 
procedimientos rigurosos y pacientísimos 
podríamos presentar en sendas hojas la 
medida de las sensaciones, de la memo 
ria, dle a atención, de la afectividad, de 
la objetivación, de la asociación de imá 
genes, de la imaginación, de la abstrac 
ción, del juicio, de la observación y del 
razonamiento. 
Pero sin nada de lo que puede notarse 
en falta, es fácil dar á la locura de Alon 
so Quijano su nombre propio, según la 
nomenclatura de la psiquiatría actual. 
Esto es lo más notable que en mi con 
cepto se desprende del estudio del Don 
Quijote, considerado desde nuestro punto 
de vista. 
La locura de D. Quij'ote es una locura 
cuya designación rigurosamente científi 
ca no aparece hasta cuatro siglos des 
pués de haberla padecido Alonso Quijano 
el Bueno, lo cual constituye un nuevo 
motivo de admiración para 'el libro in 
mortal. 
No es cosa de pasar revista á todas las 
afecciones mentales para llegar después 
de un prolijo exámen de diferencias y 
parecidos al diagnóstico de la locura de 
D. Quijote. 
En el transcurso de la narración clíni 
ca, hemos desechado algunas y bien pue 
de afirmarse que poniendo junto á la 
descripción cervantina todas las descrip 
ciones de psicopatías, desde la del idio 
tismo clásico hasta la flamante psicaste- 
nia de Janet, á todas repele, de todas 
desentona y con con ninguna concuerda 
si exceptuamos una. 
Esta locura bien definida y determina 
da que se ajusta maravillosamente á la 
que padeció Alonso Quijano, es una pa 
ranoia crónica ó delirio sistematizado ó 
parcial de tipo expansivo, forma megaló 
mana y variedad filantrópica. 
Todos sabéis que, como dice Arnaud, 
(1) las paranoias son «Estados psicopá 
ticos funcionales caracterizados por ideas 
delirantes permanentes, fijas, metódica 
mente ligadas entre sí, que se desarro 
llan en un sentido determinado, y si 
guiendo una evolución lógica». Así su 
cedía en D. Quijote, el cual discurría 
admirablemente en toda otra cosaque no 
fuese el motivo de su delirio y dentro de 
éste también discurría con la lógica mor 
bosa que se funda en los prejuicios. 
Hablarle á D. Quijote de literatura, de 
ejército, de política y de administración, 
de historia ó de geografía, y os admira 
réis de su cordura. Pero tocadle el punto 
flaco de la caballería andante y como si 
diéseis jaboncillo á su discurso, resbala 
con suavidad y rapidez incontrastables 
por el plano inclinado de sus nefastos li 
bros. 
«Estos estados, continúa el tratadista 
citado, independientes de toda lesión or 
gánica apreciable hasta el presente, pa 
recen igualmente independientes de todo 
origen emocional». Así también en Alon 
so Quijano, nada revelaba en su sitoma- 
tología que hubiese esclerosis, hemorra 
gias, embolias, degeneraciones, neopla" 
sias ó reblandecimientos en aquel cerebro 
privilegiado en la cordura como en la 
insania. Claro es que falta una autopsia 
en aquel cadáver para dirimir con verda 
dero conocimiento de causa la contienda 
que algunos comentadores con pujo de 
mentalistas han establecido con sus opi 
niones en pro ó en contra de posibles le 
siones, pero convengamos en que á la 
ciencia de hace cuatro siglos le hubiese 
sido imposible descubrir las lesiones que 
[1] Traite de Pathologie mentale, de Gilbert 
Ballet; pág. 488.—Paris, 1903
	        
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