Full text: Año 1.1912=No. 6 (1912000600)

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COSMOS 
En el parque de arcabuceros termi 
na la procesión. El parque está cer 
ca dél bosque de pinos, que visto desde 
el dique, rodea los prados y dista en lí- 
nea recta apenas mil pasos del molino 
de Felshammer, que por encima del bos 
caje de los chopos en el río, ofrece un 
aspecto encantador. Si el ruido de la 
fiesta no fuese tan ensordecedor, se escu 
charía claramente el rumor de las aguas. 
Que las bobadas ya tuvieran su fin! 
dice Juanito mirando con ansiedad ha 
cia la sala de baile, un pabellón inmen 
so, cuadrado, cuyo blanco techo de lien 
zo se eleva alto sobre la multitud de pe 
queños pabellones y puestos, que se en 
cuentran en su derredor. Hasta la tarde, 
después de proclamar solemnemente al 
rey de arcabuceros, se abre el parque á 
los invitados. 
Las horas pasan lentamente, los mo 
nótonos disparos hieren la tranquila at 
mosfera. Cerca de medio día toca su tur 
no á J uan i to. Dispara.... sin hacer blan 
co. A pesar de las flores que Gertrudis 
puso dentro del fusil.... ^Flores de feli 
cidad», le había dicho, y Martín, que ha 
bía estado presente, echóse á reír, como 
quien se ríe de juegos infantiles. 
Una vez que Juanito cumplió con su 
deber de tirador, se aleja de la fiesta y 
se interna en el cercano bosque. El pro 
fundo silencio que lo rodea es apenas in 
terrumpido por el lejano eco de los dis 
paros. 
Echase Juanito sobre el aterciopelado 
musgo y contempla distraídamente, á 
través del tupido ramaje de los pinos, las 
nubes, que fugaces viajan en el firma 
mento. Después cierra sus ojos y medi 
ta. Extraño está el mundo para él. Infi 
nita lejanía lo separa de todo cuánto 
antes le ha ocurrido! No fué nada par 
ticular; la mujer y el pesar no tuvie 
ron papel importante en el teatro de su 
vida; mas sin embargo, qué rica, qué co 
lorida y deliciosa le ha parecido! Pero 
ahora, un abismo ha devorado todo, to 
do, y sobre el abismo flotan rosadas ne 
blinas! 
Dos horas habrán transcurrido aproxi 
madamente, cuando se escucha el toque 
de clarín que anuncia la elección del nue 
vo rey de arcabuceros. Juanito se incor 
pora de un salto. Media hora más y 
Gertrudis pisará el parque! 
Con lento paso vuelve Juanito á la 
fiesta. Mientras tanto, su amigo, Fede 
rico Maas, triunfó en el concurso y está 
investido de las insignias del rey de ar 
cabuceros. Juanito escúchala noticia co 
mo en sueños, qué más le dá? Sus mira 
das se encaminan incesantemente hacia 
la carretera, por donde se acercan, á pie 
y en carruaje, envueltos en densas nubes 
de polvo y desafiando el ardor del sol, 
los grupos de los invitados. 
¿Esperas á Gertrudis?—le pregunta 
de pronto la voz de Martín. 
Sobresaltado despierta Juanito de pro 
fundas meditaciones. 
En nombre de Dios, muchacho ¿que 
te pasa?—continúa Martín riendo alegre 
mente. ¿Acaso te preocupa haber erra 
do el blanco, ó te duermes en pleno día? 
Martín está de buenas. El trato con 
tanta gente, es él uno de los principa 
les dignatarios de la sociedad—lo ha des 
pertado de su habitual estado meditabun 
do, brillan sus ojos y en sus anchos la 
bios se dibuja una sonrisa jovial. Pero 
no le queda el traje ceremonial! Debajo 
del sombrero que lleva hundido hasta las 
orejas, se escapa atras un mechón de pe- 
lo rebelde, y las blancas cintillas del ca 
misolín asoman sus indiscretas puntas 
por encima del cuello de la levita. 
Alia viene, allá viene—exclama de 
pronto, agitando el sombrero. 
Aquel brillante carruaje, tirado por dos 
magníficos caballos de pura sangre, es la 
carroza de lujo de la familia Felshammer, 
fabricada especialmente para la boda de 
Martín. En el fondo del carruaje, la blan-
	        
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