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COSMOS
luminosos que se conceden á los ángeles.
Y hete aquí que fascinado por la más mu
ñeca, por la más diabólica, por la más tóxi
ca de las citadinas, no acertaba á separar los
ojos de ella y se avergonzaba de ir allí ves
tido con sus galas de campesino acomodado
(que tan gallardo
le hacían en opi
nión de las chicas
del pueblo), te
miendo que ella le
mirase.
La vió apearse
en una calle leja
na y como al en
trar en el portón
de una casa de se
vera apariencia,
fijara indiferente
en él los ojos, Fa- .
bián se sintió con
movido y sofoca
do como una don-
cellica á quien por
primera vez obse
quia un caballero.
*
* *
La vida no tuvo
para él ya quietud
ni contento y fué
el hombre por Mé
xico, agitado y fe
bril, devorando
en los placeres
comburentes que
ofrece la ciudad,
los dineros parca
mente ahorrados
por su madre, la
austera vieja la
boriosa que salta
ba de la cama á
las tres de maña
na para vigilar la
ordeña y que antes de gastarse un par de
pesos en galas para la hermana de Fabián, lo
meditaba hasta seis meses.
Hizo amigos, bebió, ofreció comilonas,
contrajo equívocas relaciones femeninas,
anduvo de un espectáculo á otro, siempre
al rastro de la bella niña cuya presencia le
daba miedo y contento á un tiempo mismo y
cuando al fin ya no hubo dinero en los bol
sillos ni pretexto para permanecer undía más
en la capital, volvió á su pueblo, desespera
do, sin haberse jamás atrevido acercarse a
su ídolo, que su
ponía muy lejos
de él.
En su hacienda
la callada paz de
los campos, la re
gularidad mecá
nica de la laborio
sa vida rústica, no
le volvieron I a
tranquilidad. Tor
vo y melancólico,
cumplía sin gusto
los usuales traba-
josdelcampo(que
antes despertara 0
en él una alegía
enérgica y vigoro
sa) mirando des
tacarse sobre lo s
terrenos del bar
becho ó en l° s
apretados y obs
curos follajes del
huerto, la silueta
elegante y aguda
mente femenina
de su adorada.
Las rollizas y s a '
ñas bellezas del
pueblo no le iu e '
recían una mirada
y sentía que su es
píritu se afinaba,
produciéndole n 11
punzante males'
^ tar que le emp u '
jaba á la bebida
como único rem'
gio para su penar, no confesado. ,
Una tarde salió al campo en un potro a
medio desbravar, dejó la libre llanura é ¡°
temándose en los cerros cubiertos de mou
bajo, clavó las espuelas en los flancos d^
corcel y emprendió una carrera loca y d e
y
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