Full text: Año 1.1912=No. 9 (1912000900)

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COSMOS 
luminosos que se conceden á los ángeles. 
Y hete aquí que fascinado por la más mu 
ñeca, por la más diabólica, por la más tóxi 
ca de las citadinas, no acertaba á separar los 
ojos de ella y se avergonzaba de ir allí ves 
tido con sus galas de campesino acomodado 
(que tan gallardo 
le hacían en opi 
nión de las chicas 
del pueblo), te 
miendo que ella le 
mirase. 
La vió apearse 
en una calle leja 
na y como al en 
trar en el portón 
de una casa de se 
vera apariencia, 
fijara indiferente 
en él los ojos, Fa- . 
bián se sintió con 
movido y sofoca 
do como una don- 
cellica á quien por 
primera vez obse 
quia un caballero. 
* 
* * 
La vida no tuvo 
para él ya quietud 
ni contento y fué 
el hombre por Mé 
xico, agitado y fe 
bril, devorando 
en los placeres 
comburentes que 
ofrece la ciudad, 
los dineros parca 
mente ahorrados 
por su madre, la 
austera vieja la 
boriosa que salta 
ba de la cama á 
las tres de maña 
na para vigilar la 
ordeña y que antes de gastarse un par de 
pesos en galas para la hermana de Fabián, lo 
meditaba hasta seis meses. 
Hizo amigos, bebió, ofreció comilonas, 
contrajo equívocas relaciones femeninas, 
anduvo de un espectáculo á otro, siempre 
al rastro de la bella niña cuya presencia le 
daba miedo y contento á un tiempo mismo y 
cuando al fin ya no hubo dinero en los bol 
sillos ni pretexto para permanecer undía más 
en la capital, volvió á su pueblo, desespera 
do, sin haberse jamás atrevido acercarse a 
su ídolo, que su 
ponía muy lejos 
de él. 
En su hacienda 
la callada paz de 
los campos, la re 
gularidad mecá 
nica de la laborio 
sa vida rústica, no 
le volvieron I a 
tranquilidad. Tor 
vo y melancólico, 
cumplía sin gusto 
los usuales traba- 
josdelcampo(que 
antes despertara 0 
en él una alegía 
enérgica y vigoro 
sa) mirando des 
tacarse sobre lo s 
terrenos del bar 
becho ó en l° s 
apretados y obs 
curos follajes del 
huerto, la silueta 
elegante y aguda 
mente femenina 
de su adorada. 
Las rollizas y s a ' 
ñas bellezas del 
pueblo no le iu e ' 
recían una mirada 
y sentía que su es 
píritu se afinaba, 
produciéndole n 11 
punzante males' 
^ tar que le emp u ' 
jaba á la bebida 
como único rem' 
gio para su penar, no confesado. , 
Una tarde salió al campo en un potro a 
medio desbravar, dejó la libre llanura é ¡° 
temándose en los cerros cubiertos de mou 
bajo, clavó las espuelas en los flancos d^ 
corcel y emprendió una carrera loca y d e 
y 
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