Full text: Año 1.1912=No. 10 (1912001000)

LAS MUJERES 
- - QUE TRABAJAN 
-er 
IjUiÉN lee ahora La quijotita y su 
f¿ prima? ¿Quién toma en sus ma- 
, nos, como no sea para alivianar 
°ras de fastidio pasadas en algún 
c ¡nd ° ° en P ue frí° escaso ve 
de ar '°’ ^° S tomos r °ídos y amarillentos 
,¡ a ^ S aVer| turas de Pomposa y Pudencia- 
^ s ' n embargo ese libro desdeñado 
cr >C] 
qu e fu 
c 'al. 
erra . como todos los del Pensador, 
e un vidente y un reformador so- 
, - Profundas enseñanzas que se ade- 
*ant ar , 
fl. n a su época y seguramente in 
“yero 
íetn e 
’ n en el desarrollo de la educación 
nina. 
a í° ese punto de vista, semejante li- 
rtlere cería sin duda la atención de 
B 
br 0 
tJi e 0s educadores y merecerá que se le 
edn l0ne a *SÚn día en la historia de la 
Cac ¡ón nacional. 
£> ar 
^ent 8 nOSOtros ’ a h° ra * constituirá sola- 
Uri precioso documento sobre las 
para hacer un somero estu- 
C ° S ^bres 
dio comparativo entre las de aquella épo 
ca remota y las de ogaño. 
Los dos tipos de mujer, bastante llanos 
y prosáicos, creados por don Joaquín 
Fernández Lizardi, tienen más bien la 
apariencia de abstracciones formuladas 
para demostrar una tésis, que la de seres 
vivos copiados de la realidad contempo 
ránea; pero de esta suerte encierran cada 
uno de ellos los caracteres propios de las 
dos tendencias educativas del tiempo. 
La Quijotita se puede caracterizar con 
esta palabra: ignorancia. Su prima Pu 
denda con esta frase: deseo de saber, 
educación racional; pero una y otra se 
resienten de la ranciedad de ideas pro 
pias de los albores del siglo pasado. 
La mujer mexicana, en estos tiempos, 
todavía no salía, sino muy tímidamente, 
del gineceo donde la encerraba el celoso 
carácter español, contagiado por heren 
cia y por continuo contacto de las cos 
tumbres árabes. Las mujeres, cuando 
más, podían saber leer, pero les estaba 
prohibido saber escribir, porque este ar 
te pecaminoso podría permitirlas comu 
nicarse ilícitamente con los novios, y ga 
lanes. La casa era un lugar cerrado á to 
do extraño y la comunicación de alguno 
de ellos con las mujeres de la familia da 
ba origen á dramas calderonianos. Aun 
que ya Cervantes hubiera escrito su no 
vela El Celoso Extremeño, tipos de esta 
laya abundaban en las sociedades espa 
ñola y mexicana y el hogar hermética 
mente clausurado, el padre y los herma 
nos vigilantes, los criados dispuestos á 
recibir á puñaladas ó arcabuzazos al pri 
mer pretendiente que se presentara en 
son de facilitar los favores de la niña, 
abundaban. 
Unos amores eran siempre cosa de no-
	        
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