LA MUJER BLANCA
1463
be algunos renglones con mano temblorosa;
apaga ¿a lámpara, quedando el lugar muy
oscuro. Con gran precaución abre la venta
na y va a colocar la carta sobre el dintel,
cuando le invade indecible terror, como si
viera un fantasma.
¡No, no!.... ¡Déjame, vete! ¡Vete!
Acércase á la chimenea y arroja al fuego
el papel que escribió, hecho pedazos. Cada
momento que pasa aumenta su terror; apro
ximase de nuevo á la ventana; una ráfaga
a Paga la vela. Matilde no puede dominar
yo su pánico y grita aterrorizada:
¡Luz, luz!.... ¡Quiero luz!
Se oye agitación en el comedor, é inme
diatamente se abre la puerta del comedor
apareciendo todos con el mayor osombro.
Raf. y Cl.—¿Qué pasa?
Alej.—Matilde, ¿te has puesto mala?
Cl.—Se ha apagado la lámpara.
Max. — Temblando.—Sí; fbrí un poco
la ventana.. .. Con el aire se apagó la
luz y me espanta la oscuridad. Eso fué
todo; perdonadme; eso fué todo.... Me
espanta encontrarme á oscuras.
TELÓN
(Continuará).
Los Reyes Magos
De mi niñez en los recuerdos vagos
plácidamente señaló su rastro
la azul escena de los Reyes Magos:
¡Tre.' poetas en pos de un solo astro!
Visión que nutren maternales dejos
que iluminan la senda obscurecida
En la barba de armiño de los Viejos
arde la breve aurora de mi vida.
¡Oh, la Leyenda, maga sembradora
que arréa la nobleza de los bueyes
hacia Belem!
¡Qué poesía atesora
el viaje azul de los divinos Reyes!
Emilio Valenzuela.