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COSMOS
la anarquía continuaría en su declinación,
podrá fortalecerse realmente y enfrentarse
al porvenir con confianza.
II
Desde los principios, y sobre todo en la
última mitad del siglo XIX, Turquía ha vi
vido miserablemente de empréstitos sucesi
vos y repetidos. De 1854 á 1874, por ejem
plo, no ha contratado menos de quince, ya
en Francia, ya en Inglaterra.
Y desde 1865 era la bancarrota, si, para
hacer frente á las exigencias onerosas de
los créditos Tubini y Ling, no se hubiera
contratado de nuevo un empréstito de 290
millones de francos.
En 1874 el monto de las deudas otomanas,
con Francia solamente se elevaba á 8.762,
comprendiendo 2.960 millones de empréstito
y 762 millones de obligaciones de caminos
de fierro, llamadas bonos turcos, emitidas
en 1870-71.
Y en 1875, el capital de la deuda general
excedía de cinco mil millones. El servicio
anual exigía 318 millones de francos, de los
cuales 280 para la deuda exterior.
El 7 de octubre del mismo año, la Puer
ta, sucumbiendo bajo este peso, anunciaba
que durante cinco años no pagaría en efec
tivo más que la mitad de los cupones y la
otra mitad en títulos que ganarían ellos
mismos cinco por ciento de interés. Pero
desde el mes de abril de 1876 la bancarrota
fué completa; el medio cupón anunciado no
había sido pagado más que una vez, en
enero. En el Congreso de Berlín, en 1878,
la reorganización de las finanzas otomanas
fué puesta á la orden del día. Y el 22 de no
viembre de 1879 un decreto aplicaba una
anualidad de 1.350.000 libras turcas al ser
vicio de la deuda, cediendo á un grupo de
banqueros de Galata, por diez años, la per
cepción de ciertos impuestos y la adminis
tración de los monopolios de la sal y del ta
baco.
El 19 de septiembre de 1881, los delega
dos de los acreedores franceses, ingleses,
austro-húngaros, alemanes é italianos, se
reunieron y concluyeron, tres meses des
pués, por ponerse de acuerdo con la Puer
ta. Estos arreglos fueron sancionados el 20
de diciembre de 1891 por un decreto que
organizaba el Consejo de Administración de
la deuda pública.
Después de aquel decreto, se han tomado
aún los siguientes empréstitos: en 1890, 113
millones de francos de obligaciones llama
das consolidadas; en 1891, 158 millones de
francos con obligación sobre el tributo
egipcio; en 1893, 21 millones de francos,
garantizados por una deuda fija que la So
ciedad de Tombac paga por su monopolio
en 1894, 40 y después 206 millones; en 1896,
74 millones; en 1904, 68 millones; y en
1905, 120 millones. Y aquí terminan los
grandes rasgos de la cuestión financiera del
antiguo régimen.
El nuevo, que conforme á su nombre ha
bría debido emplear métodos nuevos, su-
ceptibles de corregir las consecuencias de
los precedentes errores, no ha sido, como
vamos á verlo, más que un continuador.
Muestra las mismas tendencias manifiestas
á imitar las prácticas en uso antes del esta
blecimiento de la deuda pública, que han
causado la bancarrota de 1876.
Según el cuadro anexo al proyecto del
presupuesto, el total de la deuda otomana
consolidada debía elevarse en 14 de marzo
de 1910 á cerca de 120 millones de libras
turcas (2.760 millones de francos) exigiendo
una anualidad de 5.400.000 libras. Así ha
debido confesar Djavid Bey, Ministro de Fi
nanzas, en su discurso del 24 de abril, en
que reconocía que la llaga más grave de es
te país es la llaga financiera, que la deuda
flotante excedía de 30 millones de libras, es
decir, de 690 millones de francos. En reali
dad, no se sabe lo exacto y yo me permito
recordar con este motivo un detalle signi-
ticativo.
La víspera de la llegada á Constantinopla
de M. Laurent, el Ministro de Finanzas,
que lo era entonces Zia pachá, comía en mi
casa, con algunos miembros influyentes del
Comité Unión y Progreso. Como se le inte
rrogara sobre la situación financiera del
país, yo le pregunté si la reglamentación de
la deuda flotante ocupaba la atención del
Gobierno, y el Ministro respondió que era
materialmente imposible, á pesar de las in
vestigaciones más minuciosas, conocer la
cifra exacta, ó aun aproximada, que tal era
el desorden que á este respeto había en los
libros.
A la sorpresa de una semejante declara
ción inesperada, no me pude evitar de de
cir á Zia pachá que M. Laurent, habituado
á la precisión europea, tendría una idea po
co halagadora de su capacidad.
No creo, además, que M. Laurent haya
obtenido del nuevo Ministro datos más
exactos, porque Zia pachá ha pasado la ma
yor parte de su vida en las diversas seccio
nes de la Administración de Finanzas y de
be conocer por consecuencia, todos los en
redos.
Así, está uno en derecho de preguntar
cómo se podría establecer el equilibrio pre
supuestario y poner en claro una situación
tan embrollada.
El presupuesto votado por la Cámara
para el ejercicio 1325 (marzo de 1908 á fe-